(Actualizado a las 17.45 h.)

Los Mossos d'Esquadra han arrestado este martes de madrugada a 17 personas integrantes, presuntamente, de una organización de ladrones de poca monta en cuyo seno crecía el embrión de una célula terrorista.Carteristas de origen magrebí afincados en Barcelona que, según fuentes policiales, se habían radicalizado. Querían dejar la vida de cacos en la calle, atosigando a los turistas, para ser algo más: yihadistas dispuestos a cometer un atentado. Aunque todavía no habían planeado cómo lo llevarían a cabo.

El caso 'Alexandria', bautizada con ese nombre porque los sospechosos proceden de países del norte de África -sobre todo de Argelia-, arrancó hace un año y medio, antes de los atentados del 17-A, gracias a una llamada que alertó a la policía catalana. "Nos pusimos a seguirlos entonces y hemos visto durante este tiempo que cinco de ellos estaban convencidos", explican fuentes cercanas a una investigación.

El núcleo duro sobre el que ha situado la lupa la Comissaria General d'Informació de los Mossos d'Esquadra estaba formado por "tres argelinos, un iraquí y un libio". Los cinco serán trasladados a la Audiencia Nacional, que tutela la investigación, por un delito de terrorismo. "Se encontraban en una fase muy avanzada de radicalización", ha subrayado el conseller d'Interior, Miquel Buch.

Carteristas radicalizados

El resto de los detenidos, doce personas, formaban de la banda, dedicada a robar por la capital catalana, pero no del reducido grupo -supuestamente- yihadista. Algunos de ellos, no obstante, también están siendo investigados por terrorismo aunque por el momento no han sido trasladados a la Audiencia. Afrontan acusaciones de pertenencia a organización criminal, contra el patrimonio, tráfico de droga y falsificación documental.

Tienen entre 33 años, el más joven, y 44 años, el más viejo. Todos ellos llevan un buen puñado de años residiendo en España pero su arraigo ha sido un fracaso. Viven en pisos modestos, alguno de ellos -como el arrestado en la calle de Sant Cristòfol- incluso han ocupado ilegalmente su domicilio, y se ganan el sustento enredando a extranjeros de visita por Barcelona. Los Mossos calculan que en suma han acumulado 369 delitos, la inmensa mayoría por hurtos. También alguno por tráfico de drogas. "Han mantenido un nivel de vida modesto que no levantaba ninguna sospecha", explican fuentes cercanas a la investigación.

"Rabah fumaba porros"

Uno de los cinco detenidos por terrorismo, integrante de la célula que pretendía atentar, es Rabah, un argelino de unos 35 años que ocupaba un piso en la calle de Sant Cristòfol del barrio del Born. Lo compartía con un compañero, marroquí, que también ha sufrido la operación policial pero que no ha sido detenido. Él ha contado minutos después de la partida de la policía catalana que todo ha comenzado sobre las 06.00 horas de la mañana.

Los agentes del Grupo Especial de Intervención (GEI), la unidad de asalto de élite, ha destrozado la puerta pero no ha logrado abrirla. A través de esta, los policías les han gritado a Rabah y a él que se quedaran en sus habitaciones. Minutos después, les han ordenado "desnudarse" y salir al comedor. Allí han sido esposados y conducidos hasta la planta baja del edificio, ubicado junto al Mercat de Santa Caterina.

Cuando ha finalizado el registro, los policías le han comunicado a Rabah que estaba detenido y a él le han informado de que seguía en libertad y ya podía regresar a casa, patas arriba tras la inspección de los investigadores. "Rabah no es terrorista", le defendía su compañero de piso. "Fuma hachís, bebe alcohol y nunca va a la mezquita", razonaba. "También escuchaba al cantante machista de reggaeton... el que tiene nombre de perro... ¡PitBull!", apostillaba el presidente de la comunidad.

Durante el registro, los Mossos se han llevado los teléfonos y los ordenadors portátiles de los dos inquilinos. Así ha sucedido en los otros operativos desplegados simultáneamente: cinco en total en Barcelona más uno en Igualada.

Sin reclutador

Los investigadores mantienen que los 17 arrestados vivían de la pequeña delincuencia pero que cinco de ellos se habían convertido, además, en otra cosa. Estos últimos formaron un núcleo más duro y, a pesar de mantener la actividad delincuencial -robando relojes, carteras y bicicletas (en casa de Rabah había seis del tipo Brompton)-, se radicalizaron por su cuenta. "Comenzaron a descargarse propaganda yihadista" y, a través de internet y sin que conste un enlace directo con el Estado Islámico, "se autoradicalizaron" calentándose ideológicamente hasta estar dispuestos a cometer un atentado. Todavía no habían elegido ningún objetivo ni habían dado un paso logístico claro para cristalizar su voluntad de atacar.

Aparentemente, el estilo de vida delictivo, o sazonado de vicios o gustos occidentales -como beber alcohol, escuchar reggeaton o fumar hachís-, debería estar contraindicado para un yihadista. Sin embargo, Francia ya ha sufrido atentados perpetrados por terroristas con un historial delictivo muy parecido a los detenidos este martes por los Mossos. Un pasado delincuencial que da el salto a un futuro de yihadista.