Los interrogantes e incertidumbres envuelven el 1-O, fecha en la que está convocado el referéndum unilateral de independencia. Ante la dificultad de perfilar un claro escenario para aquel día, hemos planteado a distintas personalidades, unas defensoras y otras detractoras de la consulta, dos cuestiones. 1) ¿Qué desearía que pasara el próximo 1 de octubre? y 2) ¿Qué cree sinceramente que acabará ocurriendo?

Josep Antoni Duran Lleida. Expresidente de UDC

1.- Este referéndum al que nos convocan en nombre de la democracia no reúne ni una sola garantía democrática ni tiene ningún reconocimiento internacional. Me gustaría que el pueblo catalán fuera sensible al gravísimo error que se ha cometido convocándolo y que las fuerzas políticas españolas, y el Gobierno del Estado en particular, el día 2-O empiecen a elaborar inaplazablemente una propuesta política para Cataluña que un día se deberá refrendar.

2.- ¡No sé qué acabará pasando! No habrá, en todo caso, un referéndum legal y seguramente sí que habrá movilizaciones.

Joan Manuel Tresserras. 'Exconseller' de Cultura

1.- Quisiera que el día 1 de octubre fuéramos a votar; que hubiera una participación cercana a los tres millones de personas, aproximadamente un 60% del censo, y que el resultado fuera: dos millones a favor del sí, y uno, a favor del no. En mi opinión, este resultado sería fiel a la situación del país, donde calculo que estas cifras corresponden a los votantes informados, interesados en la política y que tienen formada una opinión propia.

2.-Creo que el Estado hará todo lo posible para entorpecer el escenario que he dibujado antes. Por lo que se ve, se limitará a intentar obstaculizar el referéndum. Pero estoy convencido de que la gente irá a votar. Eso sí, no sé si serán los tres millones de personas que me gustaría que al menos acudieran, porque, tras la reacción represora del Estado, tal vez algunos consideren que no se dan las condiciones adecuadas. Pero, el referéndum se hará, porque no nos pueden meter en la cárcel a todos. El 1-O nos jugamos la democracia.

Victoria Camps. Catedrática emérita de Ética

1.- Desearía que el Estado de derecho funcionara y materialmente no se pudiera celebrar el referéndum. Me gustaría que el espectáculo lamentable del Parlament haya servido para disuadir a la gente de ir a votar y para convencer a los independentistas de que, aunque su ambición es aceptable en una democracia, esta no es la forma correcta de llevarla a cabo. Como dijo Joan Coscubiela citando a Norberto Bobbio, el fin puede ser bueno, pero los medios lo desacreditan.

2.- No tengo ni idea, pero tiendo a pensar que no habrá referéndum, sino, como mucho, un simulacro folclórico, quizá urnas en municipios pequeños y poco más. Pase lo que pase, se confirmará que esta consulta no lleva a ninguna parte, solo a que el conflicto crezca y se enquiste más.

Joan J. Queralt. Catedrático de Derecho Penal

1.- Me gustaría que se celebrara el referéndum con normalidad y que la gente votara en conciencia, tras un debate público, democrático y propio de una sociedad pacífica, democrática y avanzada.

2.- Rajoy ha dicho que no hay democracia fuera de la legalidad, cuando es justo al revés, como recoge la sentencia de Canadá de 1999, en la que se dictamina que, ante un choque delegitimidades, debe prevalecer el principio democrático. En este sentido, yo creo que se está certificando el final del pacto de la Transición y que nos encontramos en un ínterin que bascula entre la ruptura y el momento fundacional. Lo viejo no acaba de morir y lo nuevo tarda en nacer. La legalidad no es como un interruptor. Así que si el Gobierno del Estado no encuentra un mecanismo pacífico y homologable para impedir la convocatoria y no le vence la tentación de recurrir a la fuerza (ya sea la judicial o la policial o de otra índole), creo que acabaremos votando. Y para legitimar el resultado de la convocatoria, debería darse una mayoría importante, similar a las que surgen de las urnas en circunstancias normales.

Mercè Barceló. Catedrática de Derecho Constitucional

1.- Me gustaría que pudiéramos votar democráticamente. Y que el resultado sea aceptado tanto en Cataluña como en el Estado. También me gustaría que este camino que se ha emprendido (el del derecho a decidir) sirviera no solo para que la ciudadanía pueda expresarse sobre cuestiones territoriales, sino también sobre otros ámbitos: que sirviera para desenquilosar el único camino de la reforma constitucional y que los ciudadanos puedan ser los verdaderos motores del establecimiento del marco democrático en el que quieren vivir.

2.- Creo sinceramente que votaremos. Pero puede que se retiren urnas y algunos colegios no puedan abrir, aunque no de forma generalizada.

Jordi Hereu. Exalcalde de Barcelona

1.-Me gustaría que el 1-O se estuviera negociando la salida a este conflicto. Que hubiera ya una mesa de diálogo en lugar de estar tirándonos los platos por la cabeza como hemos hecho hasta ahora. Eso, claro, implica una previa: que no se haga el referéndum tal como está formulado. En definitiva, mi desiderátum es que hubiera una solución al callejón sin salida en el que estamos desde hace cinco años. Eso significaría que tanto los unos como los otros habrían movido pieza, aunque fuera in extremis, para dar paso a la política de verdad.

2.- Tengo la impresión de que estamos en la máxima expresión del desencuentro. En medio de un choque de trenes de posiciones que no comparto en absoluto. Y, aunque es muy difícil de prever, no creo que se celebre un referéndum tal como se ha aprobado, porque no será legal, no tendrá garantías, ni la homologación internacional, ni el reconocimiento interno. Eso no significa que sí se produzca algún tipo de votación, algo parecido al 9-N pero más desordenado. En todo caso, espero que no haya ningún tipo de violencia en la calle.