En junio del 99, con 28 años, Isabel Ambrosio entraba como asesora del grupo del PSOE en el Ayuntamiento de Córdoba. Era el primer mandato de Rosa Aguilar, que gobernó en coalición con el PSOE hasta 2003, y era José Mellado responsable de la Gerencia Municipal de Urbanismo (GMU). Hoy, quien aspira a ser reelegida como alcaldesa es la socialista Isabel Ambrosio, después de gobernar cuatro años con IU, el socio minoritario, que ha tenido la responsabilidad de la GMU. Sirva este ejemplo para ilustrar las vueltas de campana que puede dar la vida en diez años.

Nacida en Madrid en 1970, Isabel Ambrosio Palos estudió Bachillerato en la antigua Universidad Laboral de Córdoba, y es técnica de información juvenil de la Diputación Provincial de Córdoba. Sus circunstancias familiares le obligaron a trabajar desde muy joven y obtuvo su plaza compaginando el trabajo y las oposiciones. Está casada con su novio de siempre y tiene dos hijas, Julia y Clara. La semilla del socialismo se la inoculó su padre, que murió demasiado pronto, y por el que quizá se afilió a las Juventudes Socialistas con solo 16 años. En el PSOE, a nivel orgánico ha sido prácticamente de todo, excepto secretaria provincial. Fue responsable de Organización de la ejecutiva municipal y provincial (1996- 2004), vicesecretaria general y vocal de la ejecutiva del PSOE de Andalucía. También formó parte del comité federal socialista. Además, fue parlamentaria andaluza por Córdoba entre el 2004 y el 2008, cuando renunció a su acta para convertirse en la tercera delegada del Gobierno de la Junta de Andalucía en Córdoba (después de Carmen del Campo y Presentación Fernández). En este cargo se mantuvo hasta enero del 2015, cuando fue elegida candidata a la Alcaldía de Córdoba tras un proceso de primarias.

Isabel Ambrosio sucedió casi incrédula (el PSOE no esperaba gobernar) y muy emocionada a José Antonio Nieto al frente del Ayuntamiento. En este tiempo ha ganado peso dentro y fuera de la institución. Pese a los muchos debates que han agitado las aguas capitulares, la regidora ha sido capaz de dejar que las polémicas le pasaran casi, casi sin rozarle. Una virtud o un defecto, según quién lo mire, que se suma a otras cualidades como la tenacidad, la perseverancia, la capacidad de diálogo y el trato amable. A Ambrosio se la puede imaginar uno enfadada o muy enfadada, pero difícilmente perdiendo los papeles.