Ante el rechazo del Parlament a Miquel Iceta para presidir el Senado, dos raciones de PSC. Pedro Sánchez reaccionó ayer al veto al líder de los socialistas catalanes, a quien el independentismo frenó votando en contra de su designación autonómica, proponiendo a Meritxell Batet y a Manuel Cruz para que se sitúen al frente del Congreso y el Senado. El presidente en funciones, que se prepara para su investidura tras las elecciones europeas, municipales y autonómicas del 26-M, da muestras de que no piensa seguir el paso de ERC. Aun así, a pesar del traspié que supuso el no a Iceta y de los continuos mensajes socialistas para que el PP y Cs se abstengan y permitan arrancar la legislatura sin «depender» del independentismo, en el entorno del presidente en funciones se sigue pensando en una abstención de los republicanos como hipótesis más probable para su reelección.

Nunca antes un socialista catalán había presidido alguna de las dos cámaras. Con su doble apuesta, Sánchez pretende, entre otras cosas, combatir el relato independentista de que España es un Estado que no respeta las libertades y derechos, en el que los catalanes están infrarrepresentados. «Es un mensaje a los catalanes, no a los partidos catalanes», señalan fuentes socialistas. Pero la propuesta del presidente también supone un premio al PSC, que en las recientes generales obtuvo 12 diputados (solo por detrás de los 15 de ERC), cinco más que en la anterior convocatoria. Y por último, los nombramientos, que deberán ser aprobados por ambas cámaras el próximo martes, son una prueba de que Sánchez sigue apostando por la vía del diálogo con la Generalitat. «Frente al conflicto, no hay otra alternativa más allá del diálogo dentro de la legalidad», dijo el secretario de Organización del PSOE y ministro de Fomento, José Luis Ábalos, tras la ejecutiva del partido.

ÓRGANO BAJO CONTROL / La elección para el Senado de Cruz, catedrático de Filosofía Contemporánea en la Universidad de Barcelona, es segura. Los socialistas tiene allí mayoría absoluta. La de Batet, ministra de Política Territorial hasta ahora, es más compleja, porque el PSOE necesita a otros grupos en el Congreso. Pero el camino comienza a despejarse, gracias al acuerdo alcanzado con Unidas Podemos sobre el reparto de la Mesa del Congreso.

El pacto viene a ser el embrión de otro, que no se sellará hasta después de los inminentes comicios, para la reelección de Sánchez. De momento, muestra que la relación entre socialistas y morados continúa siendo fructífera. Como publicó este diario la semana pasada, los socialistas tendrán tres representantes en el órgano que gobierna la Cámara baja (la presidencia para Batet, la vicepresidencia para Alfonso Rodríguez Gómez de Celis y una secretaría para Sofía Hernanz); Podemos ocupará dos plazas (otra vicepresidencia para Gloria Elizo y una secretaría para Gerardo Pisarello, mano derecha de Ada Colau en el Ayuntamiento de Barcelona); y el PP y Ciudadanos, otras dos cada uno.

De esta forma, la izquierda se asegura la mayoría en la Mesa, fundamental para tramitar las iniciativas legislativas, impidiendo así que populares y naranjas puedan retrasar los proyectos del Gobierno ampliando sin pausa el trámite de enmiendas, como hicieron en la pasada legislatura.

El siguiente paso es la investidura de Sánchez, que el Ejecutivo calcula que se podrá llevar a cabo a finales de junio o principios de julio. La suma con Podemos no es suficiente. Los socialistas lanzaron ayer dos mensajes. Por un lado, pidieron al PP y sobre todo a Cs que se abstuvieran. «Por España», para no «depender del independentismo».

MONOCOLOR O COALICIÓN / Por otro, al dar por sentado que un gesto así por parte de Albert Rivera resulta casi imposible, no cerraron la puerta a ERC, que estos días se esfuerza en subrayar que el veto a Iceta es solo un «chubasco», un percance que no prefigura nada sobre la investidura. «No podemos ignorar lo que hay. Están ahí. No podemos hacer como si no existieran y decir como un chiquillo: ‘No os veo y no estáis’. Es lo que hay y con eso tenemos que trabajar», dijo Ábalos.

La composición del futuro Gobierno sigue siendo una incógnita. Lo único seguro es que Batet dejará de formar parte de él, algo que, tras el veto a Iceta, ha disparado las especulaciones sobre una posible entrada del líder del PSC, que ya rechazó ser ministro tras la moción de censura. Podemos, mientras tanto, insiste en una coalición, apuesta que Pablo Iglesias llevó ayer un paso más allá, al dejar claro que no se conforma con puestos de segunda fila como secretarías de Estado y direcciones generales.

«Un gobierno de coalición es un gobierno de coalición -dijo el líder morado en La Sexta-. Todo el mundo sabe lo que es eso. A partir de aquí paciencia. No es una pelea por el ‘quítate tú para ponerme yo’. Esto es una discusión. Hay que establecer dinámicas de confianza, de empatía, un programa de gobierno. Y en la cuestión de los equipos, cada uno debe estar representado en función de los votos que tiene».