Sí se puede, aunque te deje hecha polvo. Se puede ir a la Feria, vestirse de gitana, montar al niño en los cacharritos, beberse otros tantos una misma, comerse un gofre, tomarse dos mojitos, comprarse un coco, echar en la tómbola, bailar una del Pali y un reagaton, deglutir una Huranga, echarse una foto en la portada, subirla a Instagram, ir y volver del Capirote a la de Escalante, dejar de sentirse los pies, hacer cola para coger el autobús, encontrar las llaves de tu casa, desmaquillarse y acostarse a las tantas. Levantarse y votar. Sí se puede. Ayer lo hicieron muchos cordobeses, hasta las dos de la tarde más incluso que en 2015. El vaticinio de que la participación bajaría no se cumplió y el porcentaje fue similar al de los anteriores comicios locales. Votar un domingo de Feria puede convertirse en un auténtico acto heroico. Y aún así unos 145.200 cordobeses lo hicieron. Bien por ellos.

Los colegios electorales se constituyeron en Córdoba y provincia sin problema, y solo se registró una anécdota en la sede electoral de la Gerencia Municipal de Urbanismo, donde el presidente de una mesa llamó para decir que la Feria lo había tumbado, que no iba y que lo disculpasen. «Estoy muy malo», suponemos que dijo. Cosas del directo. Multa y a recuperarse. Lo entendemos. Nuestra solidaridad (la del suplente que lo sustituyó, no, claro, a él no le hizo tanta gracia). Lo contó la subdelegada del Gobierno en Córdoba, Rafaela Valenzuela, que explicó que el hombre tuvo que renunciar «porque había tenido una noche de Feria un poco intensa». Todo sea eso. A ver, qué le vamos a hacer.

También contó la subdelegada del Gobierno que en La Guijarrosa, donde estaban de estreno absoluto porque era la primera vez que votaban a un alcalde propio, hubo un poco de retraso. Peccata minuta.

La jornada electoral, por lo demás, se desarrolló con normalidad. A las 9.15 horas ya había votado el obispo, Demetrio Fernández, al que le sirvió no ir a la feria para madrugar. Y, ya se sabe que a quien madruga, Dios le ayuda. Los candidatos a la Alcaldía de Córdoba tampoco acudieron a votar tarde, e hicieron los clásicos llamamientos a la participación ciudadana. También apuraron sus últimos mensajes para pedir el voto. Ya saben, los políticos no desaprovechan ni una ocasión para hablar.

José María Bellido fue de los primeros en votar y lo hizo en el colegio de La Salle, donde recordó que los cordobeses «se juegan el futuro» de los próximos cuatro años. La candidata socialista, Isabel Ambrosio, votó en el colegio Cruz de Juárez, y solicitó «una gran movilización». Pedro García (IU), por su parte, lo hizo acompañado por su hijo Ernesto, y reiteró que el 26-M se elegía «el modelo de ciudad». Muy optimista, Isabel Albás, cabeza de lista de Ciudadanos, votó en el centro de servicios sociales de Moreras: «Espero un resultado fantástico y extraordinario», dijo a los periodistas apostados a las puertas de la sede electoral. La candidata de Podemos, Cristina Pedrajas, votó en el CEIP Mirasierra «con mucha ilusión», mientras que el número 1 de Pacma, Javier Luna, lo hizo en el colegio Luciana Centeno. El candidato de Vox, Rafael Saco, ejerció su derecho al voto en el colegio María Inmaculada; mientras que Ricardo Rojas (Acción por Córdoba) reconoció que es la vez que «más nervioso» había estado. Normal.

También se estiló ir a votar en pandilla. Lo hicieron, por ejemplo, los del PSOE. Así, acompañaron a la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo, la subdelegada Rafi Valenzuela, el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación en funciones y diputado del PSOE cordobés, Luis Planas, y la senadora del PSOE cordobés María de los Ángeles Luna. Planas, por cierto, había votado antes, acompañado por su hijo, Luis Planas Herrera, a la sazón número 44 de la candidatura socialista al Parlamento Europeo.

Además de las clásicas fotografías de mujeres vestidas de gitana ejerciendo su derecho al voto y de monjas (se estila mucho esta imagen en el fotoperiodismo), pudimos ver a una pareja de recién casados, que acudieron al colegio electoral directamente del salón de bodas. Elena Sánchez y Ricardo Moreno se casaron el sábado en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Dos Torres y fueron los primeros en votar en el colegio electoral de la biblioteca municipal de Dos Torres. Lógico, tenían por delante aún la noche de bodas.

En Cabra, también se produjo una anécdota, digamos refrescante, ya que al candidato del PSOE a la Alcaldía, Antonio Jesús Caballero, y a sus acompañantes, le tiraron un cubo de agua desde el balcón de una vivienda. ¿Accidente? Al parecer sí, y en cualquier caso, los socialistas prefirieron tomárselo a bien. Total, calor hacía, el agua siempre refresca y así nadie podrá decir que el PSOE egabrense no se moja.

Nos hacemos eco de la denuncia realizada por el atleta paralímpico cordobés Manuel Garnica, que criticó en Twitter la ausencia de voto accesible en las elecciones municipales (al parecer, al menos sí en las europeas). En su tuit, el atleta invidente explicaba la imposibilidad de votar y, tiraba de ironía, para explicar que había tenido que «pedir ayuda al presidente/ta electoral y fiarme ciegamente». Esperemos que se corrija esta anomalía, al igual que la de dar cabida a todas las papeletas en las cabinas de voto, ya que en muchos colegios, las del Parlamento Europeo no se metieron.