El mensaje que los ciudadanos le dejaron a Pablo Iglesias en las urnas el domingo no fue el que el secretario general de Podemos se esperaba. La pérdida de poder a nivel municipal, autonómico y europeo fue un duro varapalo que costó asimilar toda una noche. No obstante, el líder morado descarta dimitir, asumió la tarea de llevar a buen puerto las negociaciones con el PSOE de Pedro Sánchez y repartió responsabilidades con los dirigentes autonómicos.

Tras «consultarlo con la almohada», Iglesias rindió cuentas ayer de los malos datos que obtuvo su partido. «Es evidente que los resultados no son buenos», reconoció. Segundos después aseguraba que su cargo estaba siempre a disposición de la militancia. Una idea que rápidamente dejó a un lado para aferrarse a su cometido de alcanzar un acuerdo con los socialistas. Iglesias ve un salvavidas en su entrada en el Gobierno: «La solución para Podemos pasa por hacer algo útil por España».

Pese a que algunos sectores críticos del partido ya están exigiendo la salida de Iglesias e Irene Montero, la número dos, tras el desastre en las urnas del 26-M, el jefe de filas podemista resistió el golpe y dirigió parte de las culpas a los barones autonómicos. «Tenemos un problema de implantación territorial», sentenció, sabiendo que Podemos ha pasado de tener 105 diputados regionales a tan solo 41 y ha desaparecido de los parlamentos de Cantabria y Extremadura. A este respecto, Iglesias anunció una reunión del consejo ciudadano estatal en las próximas semanas para afrontar este «gran desafío organizativo».

«La maldición de La vida de Brian nos sigue persiguiendo», admitió Iglesias haciendo alusión al tópico de la izquierda fragmentada. En este caso, situó al candidato de Más Madrid, Íñigo Errejón, como uno de los culpables de haber perdido el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid: «O estamos todos juntos o vienen las tres derechas».

Acusó, de manera velada, al que fuera ideólogo de Podemos de impulsar un «proyecto personalista» y de olvidar los intereses de la ciudadanía. Más Madrid obtuvo el triple de escaños en la Asamblea regional que Podemos.

UNIDAD PROGRESISTA / La solución que propuso, cargada de críticas a Errejón, fue sentarse en una «mesa de discusión política» a todas las fuerzas progresistas de Madrid y «no en una charla de colegas», en referencia a aquella amistad que unía a ambos dirigentes desde la universidad. Así, dejando atrás «esa adolescencia», el secretario general morado propuso seguir trabajando para lograr una mayor unidad en la izquierda. Aunque dejó claro que Errejón no podrá volver a entrar en Podemos.