En un momento en que el mundo de la política contiene el gesto y tiene en mente a uno de sus integrantes más reconocidos, el socialista Alfredo Pérez Rubalcaba, suenan tambores electorales. Otra vez urnas. Esta vez para elegir equipos municipales, autonómicos y eurodiputados. La cita será el 26 de mayo, en plena resaca de las generales y sin que el ganador de los últimos comicios, Pedro Sánchez con 123 diputados, haya hecho aún algún gesto público y definitivo sobre cómo y cuándo se dará forma a su(s) investidura(s) y su gobierno. Todo eso queda congelado hasta después de los comicios que en 17 días irrumpirán en el escenario español, acostumbrado en los últimos tiempos a la turbulencia continua y a las nuevas exigencias y cábalas propias del final del bipartidismo.

Pero ahora lo que toca es otro atracón de mítines, algún debate y la sal y la pimienta que siempre deja en estas jornadas un CIS de última hora que augura al PSOE triple victoria y sugiere que el popular Pablo Casado no pasará el mejor de sus veranos, con un PP que se le desmorona entre las manos también a nivel autonómico. Según el mencionado sondeo, podría perder Castilla y León y la comunidad de Madrid considerada junto a la alcaldía una de las joyas de la corona en juego-, y tener dificultades para conservar Murcia y La Rioja, donde necesitarían pactos con Ciudadanos y Vox para mantener los despachos oficiales sin hacer mudanza.

Ya se verá. Por el momento los populares se han puesto su gorra electoral y esconden detrás de un dientes-dientes generalizado su vértigo por el futuro inmediato. El gallego Alberto Núñez Feijoo, convertido de facto en tutor de un partido al que le han temblado las piernas ante la competencia en el espacio de centro-derecha (66 escaños) no para de lanzar advertencias de campaña: esta vez, avisa, hay que saber transmitir a la gente que el PP no es lo mismo que Vox los ultras que han logrado 24 parlamentarios en el Congreso- pese a que se cometió el "error" de ofrecerles puestos en un hipotético gobierno popular. "Además le hemos regalado una parte de nuestro espacio a Ciudadanos diciendo que ellos son de centro-izquierda es que en el PP también hay centro-izquierda, reformistas, conservadores, gente más a la derecha, más liberal somos un partido de diez millones de votantes", llegó a decir en Onda Cero, lanzando todo un argumentario para sus compañeros de filas.

LAS PILAS DEL 'PACTOMETRO'

Es obvio que se intenta dar un volantazo al centro en el PP. De urgencia. Sin intermitentes que valgan. No hay tiempo para entrar en detalles o coherencias. Además no se rehúsa esta vez el cuerpo a cuerpo con Ciudadanos y sus provocaciones. Los naranjas están envalentonados y optimistas por el resultado cosechado el 28-A. Con sus 57 escaños. El macrosondeo que capitanea el discutido José Félix Tezanos no le da demasiadas alas a las cuentas que ya se hace Albert Rivera, que se ve jefe de la oposición en la práctica apuntalado por unos grandes resultados en las elecciones europeas, autonómicas y locales que están a la vuelta de la esquina.

Hace tan sólo unas horas, en La Moncloa, Rivera le dejó claro a Sánchez en la cita que mantuvieron que aspira a ser quien le controle, a vigilarle de cerca, especialmente en lo que a Cataluña concierne. Eso significa que no le dará apoyo para la investidura y que, al menos de momento, ni siquiera se aviene a garantizarle una abstención para que pueda gobernar de la mano de Podemos y PNV, sin la ayuda por activa o pasiva de los independentistas. Otra cosa será si tiene que prestar apoyo a medio plazo a barones socialistas. A eso no cierra la puerta.

Así las cosas arranca la campaña con la incógnita de a qué tipo de pactos pondrá Sánchez su rúbrica en las próximas semanas para ser reelegido jefe del Ejecutivo y si sus barones y alcaldables seguirán su misma senda o explorarán otros caminos aritméticos para conservar o ganar poder se abre la campaña. Pablo Iglesias, con menos apoyos (42 sillones) y menos humos que hace unos años, se ofrece para negociar pero reclama entrar en el gobierno. El PSOE, con dos semanas por delante y vientos de victoria demoscópicos, ofrece la mano a los morados pero se niega a concederles el brazo. Quiere gobernar en solitario con acuerdos vinculantes en materias concretas.