Los homenajes que se le rindieron al político socialista Alfredo Pérez Rubalcaba tras su muerte coincidían en subrayar que fue uno de los principales artífices del fin de ETA. Una entrevista inédita arroja ahora más luz sobre ese capítulo de su vida. Por ejemplo, cómo cambió la estrategia de comunicación del Gobierno con respecto a la banda terrorista. «En una época no queríamos que fuera se hablara de lo nuestro, porque ETA quería internacionalizar el conflicto. Pues yo lo internacionalicé aposta. Yo fui a todas las cancillerías del mundo a explicar que queríamos acabar con la violencia por la vía del diálogo», dice en ese vídeo el político socialista. La entrevista pertenece a la serie 40 años de democracia del Canal Historia, dirigida por Manuel Campo Vidal, periodista y presidente de Next Educación. Durante la conversación, el exministro Alfredo Pérez Rubalcaba repasa diferentes episodios de la lucha contra ETA, y se detiene en la importancia de la política de comunicación, que para él es «una parte de la política antiterrorista».

Sangre y odio

Subraya que «el terrorismo es muchas cosas, es sangre, es odio, es violencia», pero también «es teatro y publicidad». «Hay un componente de política de comunicación que yo cuidaba mucho», asegura.

En ese sentido, subraya cómo quiso terminar con «el mito de la imbatibilidad de ETA». Según esa teoría, la pelea entre los terroristas y el Estado estaba abocada al «empate infinito». «Pues yo lancé el mensaje de que no eran imbatibles, de que les íbamos a ganar», asegura tras recordar que él detuvo «a tres o cuatro números uno» de la banda.

Un coche con GPS

La entrevista contiene también consideraciones sobre la caída del apoyo social de un determinado sector a la banda -«yo sostengo que el final de ETA es la T-4», dice Rubalcaba respecto del atentado en el aeropuerto de Madrid- y jugosas anécdotas. Como la del coche de la Guardia Civil robado por un etarra que sirvió para abortar la base logística que ETA quería instalar en Portugal. «En un pueblo de 500 habitantes de Zamora había dos guardias civiles haciendo un control. Pararon a una furgoneta, y cuando uno vio el material electrónico que había llamó al otro, y el etarra cerró la puerta y los dejó encerrados. Se piró con el coche de la Guardia Civil y lo llevó hasta Portugal, pero el coche llevaba GPS. Si no llegamos a pillar esa furgoneta nos habrían volado un edificio importantísimo en Madrid y un hotel en Cádiz», dice Rubalcaba en esta entrevista.