Las elecciones europeas serán previsiblemente positivas para la extrema derecha. El fenómeno se da en todo el continente, pero en el Este se muestra más descarnado. Compuesto por Hungría, Polonia, la República Checa y Eslovaquia, el Grupo de Visegrado es hoy el paladín de un nacionalismo euroescéptico que encara los comicios con el viento a favor.

Hungría

El 8 de abril del 2018, el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, revalidó su mandato con una tercera mayoría absoluta consecutiva que puso a una Budapest cada vez más autocrática a sus pies. En las elecciones del próximo domingo todo apunta en la misma dirección. En Hungría estos comicios están manchados por la polémica. A principios de año, el Gobierno impulsó una campaña acusando al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y al magnate y especulador financiero George Soros -foco de todas las conspiraciones ultras- de querer «debilitar» los derechos de los estados de la UE y fomentar la inmigración. Hubo una escalada dialéctica con sus socios del Partido Popular Europeo (PPE) que llevó a la suspensión temporal de su partido, Fidesz. Orbán contraatacó y retiró su apoyo al candidato conservador, el alemán Manfred Weber.

Orbán está aprovechando esa suspensión para ganar votos en su tierra natal. Los últimos sondeos le dan una clara victoria con el 55% de los votos y 14 escaños, dejando a los otros partidos a más de 40 puntos. A la mejora contribuye el previsible debilitamiento del partido filofascista Jobbik, que podría caer de la segunda fuerza a un 9% de apoyos y dos escaños.

Polonia

Mucho más ajustada está la cosa en Polonia, el otro país del V4 que inquieta en la UE por su deriva autoritaria. Tras el adiós británico, el partido gobernante Ley y Justicia (PiS) controlará el euroescéptico Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos, al que ha invitado a unirse a Orbán y a Vox. Aunque los de Jaroslaw Kaczynski apuntan a cerca de un 40% de votos y 22 escaños, su victoria puede estar en cuestión por las opciones de Coalición Europea, una nueva alianza centrista y europeísta que reúne a 12 partidos y organizaciones cívicas que aspira a 20 diputados. Socialdemócratas, liberales, democristianos y verdes pretenden cambiar el rumbo de Varsovia en los últimos años. Las elecciones europeas pueden suponer la irrupción de Primavera, un partido de izquierda que reivindica el feminismo y los derechos de los gais en la ultraconservadora Polonia. Apunta a un 9% y seis escaños.

República Checa

La República Checa es una de las naciones más euroescépticas de la UE. Según el Eurobarómetro, solo un tercio de los checos cree que ser parte del club comunitario es positivo, el nivel más bajo entre todos los miembros. En el 2014 eso se tradujo en una participación del 18,2%.

Aunque esta vez puede ser igual, los sondeos vuelven a dar la victoria al gobernante ANO, populista y de derecha liberal, que pasaría del 16% del 2014 a un 22% de los sufragios y seis escaños. Aunque en un principio fue euroescéptico, en los últimos años el partido se ha acercado a Bruselas y ve bien una mejor integración.

La sorpresa estaría en el Partido Pirata, que podría entrar en el Europarlamento por primera vez con un 16% de votos y cuatro diputados. La formación anticorrupción, que pide reducir la desigualdad y una democracia más participativa, no para de crecer.

El partido conservador (ODS), el liberal-conservador (TOP09) y la ultraderecha (SPD), por su parte, apuntan a un 10%.

Eslovaquia

El récord de baja participación en las elecciones del 2014 se registró en Eslovaquia. Pese a proyectarse una caída, el Partido Socialdemócrata (Smer-SD), en el Gobierno, aspira a una nueva victoria con un 22% de los votos que se traducirían en tres escaños. Sin embargo, los grandes beneficiados en este pequeño país serán de signo contrario. Por un lado, el partido neonazi Kotleba apunta a casi un 14% de los votos y dos escaños que le servirían de altavoz para pedir la criminalización de los gitanos y la salida de la UE para transformar Eslovaquia. Por el otro, la liberal y euroescéptica Libertad y Solidaridad (SaS) aspira a unos resultados similares. De los otros cuatro partidos que apuntan a un escaño solo dos, los democristianos, se declaran proeuropeos. Los otros dos son ultranacionalistas y xenófobos.