Apareció el programa electoral del PSOE, un tocho considerable del que, no obstante, lo que más llamó la atención de inmediato fue la cuestión territorial. Y eso que las propuestas al respecto de Pedro Sánchez no aportan novedad alguna: diálogo, mejora del autogobierno catalán... y sobrevolándolo todo esa futura España plurinacional y federal, que sin embargo no es mencionada de manera explícita. Ni autodeterminación ni 155 indefinido: mucha mano izquierda y a desinflamar el secesionismo.

Quién sale ganando

Es lo que suelen tener los programas, que están repletos de insinuaciones y de promesas condicionadas. Y al pasarles la lupa, lo primero que es preciso preguntarse, como los detectives investigando un crimen, es... cuál puede ser el móvil; o sea, quién sale ganando y quién ha de pagar el pato. Para oscurecer esas pistas elementales, algunos partidos retrucan sus propios catálogos de soluciones, dándoles a estas enfoques más amables, más seductores o más tranquilizadores.

Eso, como todo lo que tiene que ver con las redes y el barullo digital, los de Vox lo bordan. Cuando dieron a conocer su propuesta para reformar a fondo el sistema de pensiones, convirtiéndolo en un extraño engendro público-privado, de inmediato inundaron internet de precisiones para amortiguar el choque que hubiese provocado semejante plan. Bueno, decían, ¡no es para tanto!

Es lo mismo que le pasa al alto consejero económico del PP, el economista ultraliberal Daniel Lacalle, que adorna como puede sus ideas sobre la necesidad de que los más pudientes disfruten a gusto de lo suyo, sin que el fisco les meta la mano en el bolsillo. Por eso, cuando habla de pensiones no cuestiona directamente el sistema y somete su evolución al IPC «y otros factores» tan inespecíficos como sutilmente amenazadores. No es que el gurú de Casado carezca de ideas claras respecto a qué hacer con la Seguridad Social. Pero los pensionistas son muchos, votan mucho y su mosqueo también es mucho.

Rivera sí sabe deslizarse bien por el lomo de las olas programáticas. Cs, en realidad, aún no ha presentado su proyecto para España. No obstante, el líder naranja se vistió ayer de motero (una imagen muy juvenil y dinámica), prometió que acabará con los quitamiedos... y a continuación fue directo a lo suyo: clamar contra los intolerables acosos que sufren su formación y las otras dos del trío por parte del independentismo periférico más radical, y exigir que actúe la Fiscalía. Casado, por cierto, tiró por el mismo rumbo.

A la postre, la cuestión nacional, con su estupenda carga emocional, siempre es más manejable (para los que presumen de patriotas) que cualquier consideración sobre impuestos, salarios, inversiones... y deuda. En lo de los escraches, por cierto, Sánchez callaba, callaba... hasta que salió en la tele y dio la réplica a la competencia despejando cualquier duda sobre su compromiso constitucional.

Reinventar España

Ahí se agarra Iglesias: al patriotismo ciudadano. El primer candidato de Unidas Podemos repite sin parar que España es un concepto que necesita llenarse de contenido y la Constitución un código que debe cumplirse mediante el desarrollo de los derechos que reconoce y certifica.

Pablo quiere reinventar España, arrancándola de los paradigmas conservadores. Pedro (a punto de convertirse en el primo del Zumosol progresista) también aspira a algo parecido, pero en un plan más sutil. No lo plantean solo desde sus programas, también, y sobre todo, con su actitud.

Creer o no creer (o fingir que se cree). Hoy, en TVE, primer debate entre representantes de todos los grupos presentes en el ya disuelto Congreso. A ver qué dicen.