La última encuesta del CIS dejó un panorama muy incierto de cara a las próximas elecciones generales. El sondeo no refleja solo la dificultad de que se dé una mayoría parlamentaria clara tras el 28-A, sino que el alto porcentaje de indecisos -cercano al 41%- hace casi imposible cualquier estimación de lo que está por llegar. En este escenario, Unidas Podemos se sitúa como cuarta fuerza política según la demoscopia y con la mitad de los diputados que en 2016. Lo que supondría un duro batacazo para los de Pablo Iglesias, que depositan sus esperanzas en hacer una buena campaña electoral que atraiga a aquellos que todavía no tienen elegido el sentido de su voto.

Numerosas voces dentro del partido morado se muestran convencidas de que su punto fuerte es la estrategia electoral. Así, en las dos siguientes semanas pretenden darle la vuelta a unas encuestas nada favorables que les auguran un 12,3% de los votos, un resultado muy alejado del 21,1% que obtuvieron en los pasados comicios. Pese a todo, la número dos de la formación, Irene Montero, insiste en que el «partido está abierto» y que ellos salen a ganar.

En juego no está solo la futura representación e influencia que Unidas Podemos tenga en la próxima legislatura. Unos malos resultados también pondrían en un brete al secretario general que, previsiblemente, tendría que dar un paso atrás para dejar paso a otra persona -una mujer, seguramente- al frente del partido. No obstante, los de Iglesias podrían salvar la situación y camuflar el desastre si, tras las legislativas, son capaces de construir una mayoría parlamentaria con al PSOE y estar en el Ejecutivo.

Para fortalecer y hacer atractiva su llamada a los indecisos, parece que los morados harán de su lucha contra las cloacas del Estado uno de los ejes centrales de su campaña, sumado a las medidas propuestas los últimos días para hacer cumplir la Constitución.