Repetir el mismo número de diputados cuando tu partido, a nivel nacional, aumenta el número de aforados de manera considerable, puede ser una buena o una mala noticia. En Ciutadans, la ahora delegación autonómica de Ciudadanos, lo tuvieron ayer claro a la hora de valorar los resultados: en esta Cataluña, revalidar los cinco asientos cosechados en el 2016 y en el 2015 es una heroicidad.

Inés Arrimadas optó por seguir los resultados desde Madrid a pesar de ser la cabeza de cartel por Barcelona. Para muchos, una muestra más de que la líder de la oposición en el Parlament lleva tiempo con la cabeza instalada al otro lado del Ebro. Se marchó después de votar en la capital catalana, donde se encontró a un miembro de la mesa electoral que se negó a saludarla. «Demuestra claramente la fractura social que existe en Cataluña», dijo David Mejía, secretario de comunicación de Ciutadans. El partido de Albert Rivera ha calcado sus resultados anteriores, con cuatro diputados por Barcelona y uno por Tarragona.

Por su parte, Cayetana Álvarez de Toledo no pudo contener la caída libre del PPC y registró los peores resultados de su historia en Cataluña. La flamante candidata por Barcelona solo cosechó su propio asiento en el Congreso. Ni uno más. Pese a que logró que los populares volvieran a abarrotar alguna que otra sala de hotel con palpitantes mítines, no se embolsó la misma dosis de pasión en las urnas. La noche electoral constató la hecatombe y se cumplieron los peores presagios que auguraban los sondeos: pasaron de seis a tan solo un escaño en el Congreso (dejaron atrás más de 264.000 votos), y perdieron así su representación en Lérida y Tarragona.

Álvarez de Toledo mantuvo la compostura y asumió la derrota: «Ha sido un muy mal resultado, un pésimo resultado y me siento personalmente responsable. Hay que llamarlo por su nombre. Es una derrota, rotunda, contundente, muy clara», afirmó.