Pedro Sánchez ha preferido encajar las críticas por despreciar a la televisión pública antes que entregarle a Pablo Casado el papel protagonista que este deseaba como líder de la oposición. No habrá cara a cara en TVE, pero tampoco está dándose el habitual cruce de acusaciones en los mítines. El candidato del PP busca cada día al presidente del Gobierno con ataques duros sobre economía o sobre el desafío independentista y no lo encuentra. Ayer, el Casado más hiperbólico recuperó el terror sembrado por ETA durante más de 40 años para provocar el miedo a que Sánchez continúe en la Moncloa y pueda pactar su investidura con los «proetarras» de Bildu.

Ni siquiera cuando el dirigente popular acusó el pasado lunes al socialista de tener «las manos manchadas de sangre» consiguió que le respondiera. Sánchez apenas menciona al líder conservador en sus actos de campaña y si lo hace es para comentar sus patinazos y pasar rápidamente a hablar de él como un miembro más de «las derechas», de los tres tenores (Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal) que ve más como los «tres temores».

Este Domingo de Ramos Casado viajó hasta la parroquia de Nemenzo, a las afueras de Santiago de Compostela, donde pidió a los asistentes a una comida-mitin, que estaban resguardados en dos carpas de la lluvia, que se imaginaran que eran los asesinados por la banda terrorista ETA. En su alocución, Casado inició su argumento diciendo que Sánchez llegó a la Moncloa «a lomos de los más radicales, de aquellos que querían vender a España y a trozos». y lanzó: «Aquí somos, solo sentados, más de 1.000 personas. Pues la banda terrorista ha matado a 800. ¿Os imagináis ver estas dos carpas…? ¿Os imagináis ahora que prácticamente todos los que estáis aquí sentados sois tantas personas como las víctimas de los criminales de ETA?». Y acabó concluyendo que los herederos de Batasuna «nunca habían mandado tanto en España» hasta que llegó el dirigente socialista a la Moncloa, donde auguró que van a tener «mucho más» poder a partir de las elecciones del 28 de abril.

Fuentes de la dirección insistieron después en que «solo era un símil», «una licencia para no repetir siempre las mismas propuestas». Y sobre las ideas que promoverá si llega a ser jefe del Ejecutivo, Casado reveló que quiere crear un ministerio de familia. Es un guiño al voto más conservador y a Vox, que pidió la constitución de un departamento con ese nombre para apoyar al popular Juan Manuel Moreno como presidente de la Junta de Andalucía. De hecho, finalmente en el Gobierno autonómico la consejería se llama de Salud y Familias, en plural como quería Ciudadanos, mientras que Casado sostiene que sería en singular. «Que cada familia sea como sea. Se dice ‘libro de Familia’», argumentaron en su equipo. La propuesta no es nueva. Rajoy ya dijo que lo haría en el 2008, en la campaña que perdió frente a Zapatero, pero después, cuando llegó al Ejecutivo central, no lo hizo.

En el acto, que acabó con una churrascada, también tomó la palabra el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. El dirigente gallego atacó a Ciudadanos, al que ve como un McDonald’s que va abriendo «franquicias» por toda España, y se burló de Vox por presentar de número uno en Orense «a una tía del País Vasco del señor Santiago Abascal».

El PP de Galicia, un feudo clásico para los conservadores, vive en tensión esta campaña ya que las encuestas señalan que retrocede. La Voz de Galicia publicó un sondeo ayer según el cual los populares sacarían 10 escaños (tenían 12), los mismos que los socialistas (6). Unidas Podemos obtendría dos (5) y Cs, uno (0). Vox no entraría según ese diario, aunque el CIS sí que le da un diputado en La Coruña.