Ernest entra en la peluquería, apenas habla castellano, pero no le hace falta. Tiene una cámara en la mano. Se sitúa frente al peluquero, que en ese momento se detiene y le mira. Ernest hace su primera fotografía. Junto a él, 29 estudiantes de Formación Profesional Básica del CES Ramón y Cajal pasean por el barrio Guadalquivir retratando su entorno; acostumbrados a dispersarse en clase, ahora deben mirar, pensar e interactuar. ¿Cómo veo mi barrio?

Zulema ve una realidad destructiva en una montaña de escombros, Moisés fotografía a un hombre sentado en un sofá y lo titula The King, Juan retrata a la frutera, Iván una flor, Nerea las manos de sus vecinos, Jose una manza en el suelo, una silla, una mujer en bata, ropa colgada, un gallo, un aniá, un equipo de fútbol, una bata, un padre con su hija, el cielo...

Es el barrio Guadalquivir en esencia, desde los ojos de quienes lo viven, padecen y disfrutan, chicos y chicas menores de 18 años conscientes de la problemática que les rodea y críticos consigo mismos.

«Esa es mi vecina, la que friega los portales, está paseando en el carrito a su sobrina. No es un sitio ideal para pasear a una niña, pero es que si no, no tiene por dónde salir», reconoce Manuel. «Quiero que se vea cómo están los patios y que hagan algo», reclama Javi. «Para solucionar esto se empieza por no tirar las cosas al suelo; si no se tiran, no hay después que recogerlas y así todo estaría menos sucio», advierte Portillo.

El proyecto surgió de un grupo de alumnos del Aula de Mejora Educativa de la facultad de Ciencias de la Educación de Córdoba, interesados en los beneficios de la Fotografía Participativa, que consiste en que los protagonistas de un territorio desarrollen su identidad local, actitud crítica, creatividad, toma de conciencia y compromiso por el cambio.

La experiencia fue un éxito y la propia universidad no dudó en exhibir una exposición con las obras de los jóvenes, que rompieron barreras, tabúes y mostraron el artista que llevan dentro.

De aquel paseo por las calles de Guadalquivir surgieron imágenes realmente bellas, de bastante calidad, otras más duras y también irónicas, pero en definitiva, todas estaban hechas desde la honestidad, y todas tenían alma.

Fotografías donde se entrelazan elementos distintos como la cotidianiedad, la belleza y la denuncia. Instantáneas que nos hablan desde el corazón.