Erase una vez un personaje cuyas fechorías inquietaban a la Rusia de los zares.Transcurrían los primeros años del siglo XX en tiempos del zar Nicolás II y cuentan que llegó a San Petesburgo un "monje endiablado", procedente de familia campesina de Siberia, llamado Rasputín al que se le atribuían poderes mágicos y, a pesar de ser conocido por sus orgías, mala vida, carácter despiadado y otros atributos, logró acceder a palacio y gobernar prácticamente el país debido a sus buenas relaciones con la zarina Alexandra. La aristocracia no veía con buenos ojos que un hijo de campesinos pudiera controlar las decisiones del zar y planificaron su muerte.

En diciembre de 1916, el príncipe Yusupov y dos primos del zar (Pailocih y Purishkevish) planearon asesinar a Rasputín invitándole a palacio donde tenían preparado pasteles y vino a los que habían añadido cianuro potásico en cantidades como para matar a un batallón. Pero-¡no podían creer lo que estaban viendo!. Rasputín comía y bebía sin inmutarse. Yusupov no pudo aguantar más y le disparó con un arma. Aunque cayó al suelo logró salir, pero le volvieron a disparar y apalear. Parece que las balas no le dieron en el corazón y terminaron tirándolo al helado río Neva. Según la autopsia tenía agua en los pulmones, por lo que debió morir ahogado.

Probablemente nos estemos preguntando- ¿y esto qué tiene que ver con la química? Bueno, pues todo surge tras una reflexión personal recordando que mi primer trabajo en química (tesina de licenciatura) consistió en una investigación sobre reacciones de derivados de azúcares con cianuro de hidrógeno obteniéndose como productos otras sustancias (heptononitrilos) que no tienen el efecto letal del cianuro. ¿Por qué no murió Rasputín instantáneamente? La cantidad de cianuro sobrepasaba con creces la dosis letal para una persona (3 o 4 gramos). La idea de que se trataba de un "ser especial e inmortal" se veía reforzada. Precisamente, en el vino y los pasteles está la clave. Recuerdo que antes de utilizar el cianuro de hidrógeno en el laboratorio, aparte de tomar todas las precauciones con vitrina de gases, etc., pasábamos por la cafetería de la facultad y acompañábamos el café con unos pastelitos.

Efectivamente, el cianuro de hidrógeno (gas) es un potente tóxico que ataca a la enzima respiratoria (citocromooxidasa) impidiendo que se realice la respiración celular y su efecto es prácticamente instantáneo. Desgraciadamente conocemos su uso en el exterminio nazi y en la cámara de gas, pero lo que no sabían los conspiradores rusos era la reacción de los azúcares, presentes en el vino y los pasteles, con el cianuro de hidrógeno.

Aparte de los derivados de azúcares, existen también estudios sobre el comportamiento de un azúcar (la glucosa) como antídoto del cianuro, comprobándose con ratones que sobrevivían con ciertas dosis debido a que la glucosa y el alcohol favorecen la formación de un ácido (glucoheptónico), no obteniéndose cianuro de hidrógeno. Por tanto, con la química podemos encontrar una explicación a esas "dotes especiales" de Rasputín para "resistir al cianuro". Otra hipótesis hace referencia a que pudiera padecer una especie de gastritis consistente en que en su estómago no se producía ácido y para poder obtener cianuro de hidrógeno es necesario que reaccione el cianuro potásico con el ácido clorhídrico.

Después de destacar el poder explicativo de la química en particular y las ciencias en general, deseo que el Año Internacional de la Química sea algo más que una etiqueta asignada al 2011 y se traduzca en progreso, tanto para la investigación como para la industria química, lo cual redundaría en la creación de puestos de trabajo y que la enseñanza de la química y las ciencias disponga de recursos para que el proceso enseñanza-aprendizaje se pueda desarrollar de acuerdo con el método científico, como nuestra Asociación viene reivindicando reiteradamente.