Desde que en la década de los noventa empezaron a diseñarse aplicaciones informáticas que permiten la comunicación global el sector ha evolucionado enormemente. Los cambios son cuantitativos e intensos: muchos cambios en poco tiempo. Al mismo tiempo, se han ido incorporando modificaciones cualitativas que han ido mejorando el acceso, la rapidez, la interacción, la estética, etc.

Todo parece surgir como una brillante idea que inunda países, continentes y civilizaciones a una velocidad neutrinal, vertiginosa e imparable. Nunca se había conocido nada igual.

Los resultados saltan a la vista: hoy millones de personas nos comunicamos día y noche intercambiando gustos, hobys, fotos, opiniones, etc. Compartimos virtualmente aficiones, cultura, pensamientos y sentimientos, soledades, penas y alegrías. Facebook, Twitter, Google Buzz, Tuenti, etc., son países virtuales sin fronteras que están controlados por ¿Multinacionales? ¿Gobiernos? ¿Servicios de Inteligencia? ¿Personas independientes? ¿Gente poderosa? Es difícil de saber. Lo que parece estar claro es que todos, todos los datos almacenados, son propiedad "eterna" de las empresas y que prácticamente son imborrables.

Si como todo parece indicar en este mundo globalizado estas empresas --como cualquier otra-- cotizan en bolsa o pueden cotizar, llegamos a la evidente conclusión de que los millones de datos grabados pueden pasar de mano en mano.

Aunque algunos registros en las redes sean falsos, de mucha gente conocen la edad, la fecha de nacimiento, la ciudad de residencia, si se está soltero o en alguna relación, la intención del usuario, si busca amistad o algo más, etc. También es posible incluir los intereses de la persona, para indicar sus gustos televisivos o musicales, horas y horario de conexión, la IP y --ya puestos-- podrían acceder a nuestros contenidos más íntimos como son conversaciones, correos, fotos, etc. Así, cualquier usuario de cualquier red podría ser chantajeado en un próximo futuro por conversaciones o fotografías de hace unos años. Cualquiera de nosotros --usuario-- puede llegar a puestos de responsabilidad y un hacker avispado o un indeseable puede tener valiosa información que recogió en los campos obligatorios o en su perfil. Todos sabemos que todos los días se vulneran miles de cuentas de Internet o se roba información confidencial por sofisticados sistemas electrónicos.

Se ha comprobado que algunas acciones de alguna red social --las hacen por defecto-- pueden conllevar riesgos para la privacidad del usuario, como el automatismo en la elección del grupo de contactos, fallo en los sistemas de anonimato de los mensajes, publicar información delicada de forma pública o permitir que sea indexada por buscadores. Se puede protestar o generar demandas, pero el daño ya está hecho.

Por otra parte, las sub-redes invaden las redes. Los nombres de Anonymus o Teampoison me llevan a preguntar: ¿Quiénes son? ¿Qué pretenden? ¿Qué identidad y qué intereses esconden? Los mismos sistemas de vigilancia y espionaje de nuestros democráticos países son escrutadores ojos del "papá Estado", aparte de bandas organizadas de delincuentes. Tengo la impresión de estar en una casa de cristal donde varios "grandes hermanos" cotillean a nuestras espaldas para gestionar poder y dinero de unas élites minoritarias y ambiciosas. Nuestra impotencia es manifiesta. Da la impresión --a veces la certeza-- de que mientras nuestras vidas siguen sus ritmos y sus rutinas, alguien juega a las cartas con nuestro futuro.