No podemos olvidarnos de temas educativos que nos ayuden a conocer las grandes inquietudes de los niños que siempre, pero más en estos tiempos, se hacen preguntas que difícilmente sabemos contestar, saliéndole al paso con improvisadas respuestas que pueden que los confundan, más de lo que puedan estar. Hace unos días terminé una obra titulada Las preguntas de mis nietos, en la que hago referencia a preguntas que se hacen, que me hacen.

No hace mucho, una de mis nietas se refería al sentido de la vida. La vida -le explicaba yo- sí tiene sentido, pero no único, puesto que todos somos diferentes. Luego nos corresponde a cada uno buscarlo y encontrarlo. ¿Y eso cómo se busca y cómo se encuentra? Te cuento -le contesté- un ejemplo: cuando yo era muy niña, cuando todavía no sabía leer y escribir nada más que algunas palabras, llevaba siempre en el bolsillo libreta y lápiz para escribir alguna cosilla que me llamara la atención, y para enseñar las primeras letras a niños pobres que no iban a la escuela. Me sentaba en los bordillos de las aceras con ellos un día y otro. Poco a poco, y a medida que fui madurando, pensaba, buscaba qué sería de mi vida cuando fuera mayor y llegó un día en el que tuve muy claro que deseaba ser maestra y escritora y me veía rodeada de libros y de niños. Bueno, pues, sin darme cuenta, estaba naciendo y creciendo en mí el sentido que deseaba dar a mi vida.

Quiero decirte con esto, que el sentido de la vida se busca, tratando de dar respuestas a las grandes interrogantes que inevitablemente nos plantearemos, antes o después, y se encuentra con el conocimiento íntimo de nosotros mismos, de nuestras capacidades, ambiciones, deseos y, en definitiva sincerándonos con nosotros mismos y concluyendo en las prioridades que deseamos vivir. Hoy, después de años de aquellas preguntas, creo que ya lo has encontrado: ser maestra de niños discapacitados.