Imaginemos la situación: ciudadano/ alumna de cualquier edad y condición pregunta a científica o profesor: ¿Por qué una persona puede ocupar su tiempo leyendo sobre las costumbres de los canguros, los límites del universo, fenómenos insólitos de la ciencia ficción o energías alternativas? ¿Qué puede tener de interesante la disminución de las abejas en el mundo de hoy o la aparición de un nuevo fármaco? ¿Es apasionante descubrir de dónde venimos habida cuenta de que es difícil averiguar conocer a dónde vamos?

Son preguntas válidas e interesantes. En la escuela son frecuentes. Fuera de ella, menos. En cualquier caso, quienes nos dedicamos a la enseñanza de materias científicas y a cierta divulgación debemos aprovechar la ocasión y dar respuestas claras y convincentes.

Me gusta pensar que la lectura es una actividad de la gente normal. Las personas tenemos curiosidad, inquietudes, dudas- la gente se hace preguntas y la ciencia nos aporta situaciones conectadas con todo esto. Es un espacio inseguro --que cambia-- pero aporta pistas y respuestas. No todo va a ser tele, internet, mp3 y grandes hermanos. Leer y reconocerlo en público -no es frecuente- son actividades sanas que aumentan la autoestima y nos hace crecer como personas.

Los matices asociados de intelectualidad o de cierta superioridad son propios de gente vanidosa y pedante. Leer ciencia --o cualquier otro tema-- es una consecuencia de un rico mundo interior, es señal de curiosidad, de búsqueda, porque leer es viajar, es aprender, es crecer, es volar, es compartir, es descubrir- Intercalando a Borges con R. Fresan, asumimos que un libro es un arma viva --cumple años-- de construcción masiva. Leo, luego existo. ¿Por qué leer ciencia entonces? Dejando claro que lo importante es leer, asumir la lectura de textos relacionados con la ciencia aporta ciertos matices que pretendo destacar.

De alguna forma, como la ciencia ocupa espacios cotidianos que nos afectan, establecer relaciones con la ciencia es una manera de sentir la vida. Leer ciencia es abrir puertas y ventanas a una realidad física que te envuelve, es entrar en sutiles territorios próximos con los que no estamos familiarizados del todo- pero que siempre estuvieron ahí.

Es hacer visible un entorno a los ojos del conocimiento, la comprensión y la reflexión. Leer ciencia es tomar conciencia de otra realidad ajena al sentido común que nos transforma en una especie de dragón con mil cabezas y dos mil ojos.

Leer ciencia es un acto de liberación y rebeldía ante una sociedad identificada con lo virtual, con lo superficial. Me obliga a pensar en un mundo donde una buena parte de sus habitantes se dedican a sentir bienestar o a ganar dinero. Del ejercicio, mi cerebro sale más ágil y más fuerte.

La ciencia me permite profundizar mediante una adicción positiva, pues detrás de una idea o una científica, siempre suelen aparecer otras y otras- siempre queda hueco para otra más. El futuro está abierto a multitud de posibilidades. Se abre como las ramas de un árbol.

Por último habría que leer ciencia porque el pasado está repleto de grandes genios unidos a maestros de la divulgación y de la cultura que supieron desenvolver las ideas que condensaban textos inexplicables. Leer y comprender a esta gente produce una gran satisfacción personal sin perjudicar a nadie.

La pasión por la lectura y por la ciencia sólo tiene billete de ida.