La paz se siente, se vive, se transmite y, a veces, hasta, literalmente, traspasa fronteras.

El pasado 30 de enero, todos los centros escolares celebraban el Día Escolar de la Paz. En concreto, los niños y niñas del colegio Fernando Miranda se reunían con ilusión para, tras leer un manifiesto por la paz, soltar varias palomas y cantar una canción, adornar el cielo con cientos de globos que contenían deseos, frases y dibujos realizados por ellos mismos cuyo destino se presentaba incierto. La paz se respiraba en el aire sin intuir que uno de aquellos globos desafiaría al viento y a la lluvia dispuesto a hacer de su contenido un mensaje de paz internacional.

Tras cuatro dias de viaje, un campo de trigo sería el destino de aquel globo aventurero: el globo de Marcos, el alumno de 6ºA, el globo del colegio Fernando Miranda, aquel que había partido desde Fernán Núñez repartiendo paz durante su trayecto y posándose finalmente en las manos de Arnaud V, un agricultor frances de Castelnau Montratier, una pequeña localidad al norte de Toulouse (Francia).

Tras la recepción del globo, el destinario del mensaje, sorprendido y con agradecimiento, no dudó en ponerse en contacto con el centro escolar para informar de su hallazgo, dejando así constancia de que la paz no tiene fronteras.

Por su parte, el alumnado del colegio Fernando Miranda «se siente muy emocionado al pensar que sus mensajes de paz pueden haber llegado a cualquier rincón y hacer felices por un momento a las personas que los hayan leído».

Además, con esta curiosa actividad que se realiza cada curso, el colegio Fernando Miranda ha conseguido batir su propio record de hace dos años, cuando uno de los globos de paz lanzados al aire llegó hasta Albacete.

Así fue como un agricultor francés sonrió al recibir un trocito de paz de tierras cordobesas.