Charo Ramírez es profesora de Secundaria en el colegio concertado Séneca. Para ella, la pandemia y el consiguiente confinamiento han puesto de manifiesto las carencias y necesidades del sistema educativo. Una revolución inevitable que ha hecho cuestionar toda la labor docente y administrativa anterior, lo que a su juicio resulta «muy positivo». Según explica, el foco del aprendizaje ha dejado de estar en los conocimientos para centrarse en las competencias o habilidades. «Los docentes ya no somos fuente de sabiduría porque todo está al alcance de un click. Ahora nos toca poner en valor lo que en educación llamamos las habilidades blandas, para que nuestro alumnado sepa afrontar la incertidumbre, trabajar su autoconfianza, autogestionar su tiempo, sus emociones, desarrollar su creatividad y tener empatía y asertividad». De esta manera es como comienza este nuevo y diferente curso escolar después de «un atracón de formación y autoformación del profesorado para estar adaptados ante cualquier situación que se puediera dar», explica. Siempre preocupados por el alumnado más desfavorecido, añade Ramírez que «ahora toca pensar en esa imprescindible educación emocional pero, aunque paradójicamente, manteniendo la prescriptiva distancia física».