Si algo está quedando claro en el ámbito escolar con la pandemia es la necesidad de incorporar a las aulas de forma sistemática recursos psicopedagógicos relacionados con la educación emocional y en valores, además de la gestión de las propias emociones en edades tempranas.

Así lo consideran desde el centro de formación del profesorado Luisa Revuelta, donde las asesoras de Educación Infantil Ana López y Otilia M. Guzmán ofertan entre los docentes de esta etapa educativa, un curso diseñado para abordar aquellos aspectos de tipo emocional, que pueden generarse en el alumnado de estas edades, tales como gestión de emociones, frustración, miedo o estrés.

En este sentido, explican desde el propio CEP que los principales objetivos que se pretenden conseguir en las diferentes sesiones son, para el alumnado, «favorecer el bienestar personal, mejorar la atención y la concentración, aprender a reconocer las emociones propias para mejorar el clima de aula y la convivencia» y, para el profesorado, «conocer y aprender técnicas y herramientas adecuadas para su aplicación al aula, valorar los beneficios de los recursos recopilados en el clima de convivencia escolar e integrarlos de forma sistemática».

La psicóloga Rosa Mª Quiles, especializada en intervención infanto-juvenil, considera de vital importancia comenzar con la educación emocional en los primeros años de vida dado su gran valor como herramienta necesaria para un correcto desarrollo y autonomía emocional. Según la experta, «serán la adquisición en competencias emocionales, como aprender a percibir y expresar emociones, comprender las emociones propias y la de los demás y el manejo correcto de las mismas, habilidades necesarias para la vida y el bienestar».

Añade además que, del mismo modo, «estas competencias nos ayudan a amortiguar el impacto psicológico de situaciones como la que estamos viviendo actualmente y es por ello necesario estar preparados tanto en el presente como el futuro ante posibles situaciones adversas».

Los meses de confinamiento se reflejan de manera especial en los más pequeños, fruto del estrés producido por el estado de aislamiento, junto con la modificación de hábitos y la saturación de información a la que están siendo sometidos.

«Podemos decir que en su mayoría se ha producido un aumento en irritabilidad, miedo, rituales propios de TOC e incluso llegan a somatizar con dolores de estómago y alguna cefalea», apunta la psicóloga, quien destaca la necesidad de darle a la educación emocional el lugar que merece en el sistema educativo, tanto a nivel curricular como de formación de los docentes y de las familias, «de esta manera, podremos estar preparados para posibles futuras situaciones adversas y que no vuelva a pillarnos desprevenidos, demostremos que hemos aprendido», resalta.

Según la profesora y psicopedagoga de La Salle, Ana Pastor, «toda crisis conlleva respuestas emocionales negativas y por eso es tan importante desarrollar en los pequeños habilidades de aprendizaje emocional», coincidiendo en que «lo ideal es incluir este aprendizaje en el currículum académico del alumno, ya que cuando las adquiere éstas se relacionan directamente con un mejor desempeño en sus estudios» escolares y académicos.