La provincia de Córdoba cuenta con 646 aulas en las que se atienden al total de alumnos de educación Especial, comprendiendo aquellos de necesidades educativas especiales (NEE), alumnado de TEA (Trastorno del Espectro Autista), compensatoria y altas capacidades.

Al igual que el resto de escolares, este tipo de enseñanza se ha tenido que adaptar a los protocolos de seguridad y prevención contra el covid. Y aunque en general llevan bastante bien lo de llevar las mascarillas puestas durante toda la jornada lectiva y la limpieza frecuente de manos, lo que se les hace más complicado a estos alumnos es mantener una distancia de seguridad, a la que no acaban de acostumbrarse. «Mi alumnado se ha adaptado bien a esta nueva normalidad. Algunos son capaces de llevar la mascarilla todo el tiempo pero otros necesitan de algún descanso. Se han habituado al uso de gel si bien la distancia social es el punto más débil para ellos, a veces, les cuesta mantenerla y hay que recordarlo. Estaban acostumbrados, por ejemplo, a realizar la rutina de saludar dando un beso y un abrazo y ahora de repente lo cambiamos por decir un simple hola, explica Ana Mata, tutora del Aula Tea del CEIP Tirso de Molina. »«En algunos momentos te apetece darles un achuchón y sabes que tienes que contenerte... Es una situación difícil y triste», añade la docente.

También se refiere a este asunto Carmen Palacios, tutora del Aula Específica del CEIP Eduardo Lucena, quien nada más comenzar las clases dio positivo en PCR, por lo que su vivencia en este primer mes de clases ha sido muy intensa. Tal y como apunta, «puedo decir que gracias al cumplimiento estricto de todas las medidas de seguridad se ha evitado el contagio a mi compañera e increíble alumnado». Según Palacios, le consta que en todas las Aulas Específicas de la provincia los niños cumplen escrupulosamente durante las 5 horas lectivas «sin dar tregua, como cualquier niño de aula ordinaria, lo cual hay que poner en valor, pues debemos priorizar siempre como maestros un principio muy importante con nuestro alumnado con NEE que es el de normalización». Matiza, eso sí, que «lo complejo y dificultoso que es mantener la distancia de seguridad en algunos momentos debido a las características de nuestro alumnado».

El protocolo de actuación contra el covid hace que se emplee parte de la jornada en desinfectar los materiales, limpiar las manos del alumnado a la entrada y salida, al ir y volver del recreo, así como tiempo para lavar sus manos frecuentemente con agua y jabón. «Este tiempo hay que restarlo del proceso de enseñanza-aprendizaje pero es necesario hacerlo», entiende Mata, quien también explica que al ser un grupo de convivencia «no compartimos espacios con otras clases, por lo que ya no participamos junto a otras aulas ordinarias en momentos de talleres o recreos, así como actividades que durante este curso no podemos realizar como salidas extraescolares o complementarias , taller de cocina y preparado de alimentos , visita semanal al parque de educación vial, etc». A pesar de los aspectos negativos derivados de esta situación, esta tutora piensa que «hay que pensar en positivo y me quedo con que cada día que pasa es un día menos que queda para volver a lo más parecido a la antigua normalidad».