Son las 14.00 horas. Las clases han terminado y cientos de niños salen de clase en dirección a casa tras un duro día de trabajo, aunque para otros muchos aún no es hora de volver a casa. Son los niños que se quedan a comer en el comedor escolar. Y es que, por necesidad o por comodidad, lo cierto es que muchos padres deciden que sus hijos se queden en el comedor del colegio, un servicio que ayuda a conciliar la vida laboral y familiar y que, además, supone una pieza importante en todas las medidas dirigidas a mejorar los hábitos alimenticios de los niños y prevenir problemas de salud como la obesidad.

Córdoba cuenta este curso con 170 comedores escolares, dos de ellos nuevos -el del CEIP Virgen de Luna de Pozoblanco y el del CEIP Antonio Valderrama de Espiel- que beneficiará a alrededor de 15.000 alumnos. En cuanto a la prestación del servicio, existen dos modalidades: la gestión directa y la contratación del servico a una empresa del sector.

Margarita Mora es la directora del colegio Aljoxani, un centro educativo que cuenta con su propia cocina, en la que trabajan un cocinero y dos pinches, así como seis monitoras escolares que se encargan de atender a los niños durante las comidas y los acompañan hasta que son recogidos por sus familiares. «En el colegio valoramos que como la comida recién hecha no hay nada. La calidad de las comidas realizadas horas antes de tomarlas es evidente, ya que su sabor no queda alterado. Otro punto importante es que el comedor puede adaptarse y personalizarse a las necesidades del alumnado o a cualquier situación puntual. Además, al realizarse la comida en el propio centro se evita el desperdicio de menús, ya que a primera hora de la mañana se hace un conteo de comensales», explica. En el CEIP Aljoxani se atiende cada día a 140 niños en el comedor -el máximo autorizado-, que disfrutan de una dieta variada y equilibrada donde la verdura y la fruta tienen especial importancia. «La dieta debe ser complementada diariamente con el resto de comidas que hacen en casa», afirma Mora. Además, teniendo en cuenta que el centro es el encargado de las compras, adquieren productos frescos de proveedores cercanos con fechas muy próximas a su elaboración, evitando que los alimentos permanezcan mucho tiempo en el almacén.

Además de para ayudar a conciliar la vida familiar y laboral de los padres, en el comedor escolar del colegio Aljoxani, la persona encargada del comedor, así como el cocinero, los pinches y las monitoras, trabajan conjuntamente para que la hora de la comida sea más que un puro trámite, creando situaciones donde se les enseñe a los niños a apreciar lo que comen, de dónde provienen los alimentos o cómo se procesan.

Por otro lado, en los colegios de gestión indirecta por parte de una empresa del sector, en los comedores se sirven catering. En Córdoba, la empresa IRCO gestiona cincuenta comedores. La empresa, que ha sufrido ciertas críticas por parte de los sindicatos con respecto a sus servicios en los comedores escolares, no se ha pronunciado al respecto en este periódico.

A pesar de los defensores y los detractores del catering, los expertos en nutrición afirman que el modelo es indiferente, mientras que se haga bien. Explican que los nutrientes no se pierden, como temen muchos, con la refrigeración y que la única diferencia puede estar en el sabor.