Un total de 35 alumnos, con edades comprendidas entre los 25 y 50 años, son atendidos en el Centro Penitenciario de Córdoba por dos profesores del Instituto Provincial de Educación Permanente (IPEP). Éste es el segundo curso que llevan a cabo impartiéndoles clases de Bachillerato en las especialidades de Humanidades y Ciencias Sociales, donde atienden a 30 de ellos, y Ciencias, con 5. Estas cifras, respecto a las del año anterior cuando se comenzó con este servicio y donde se contaban trece alumnos menos que en la fecha actual, suponen según Juan Manuel Valle, director del IPEP, «un crecimiento significativo que evidencia que esta intervención funciona adecuadamente».

Rosa Mora y Miguel Jiménez son los docentes que acometen esta atención. Son plantilla del IPEP, por lo que reparten sus clases entre el instituto y el centro penitenciario. Ella imparte las materias de ciencias e inglés y él hace lo propio con las asignaturas de letras. Durante dos días a la semana y con una duración aproximada de tres horas, estos profesores concentran las materias a impartir a unos alumnos que están muy motivados «porque tienen una oportunidad de ampliar sus estudios para que cuando salgan en libertad tengan más facilidad para acceder al mundo laboral», explica Mora, quien añade que «en su currículo no solo debe figurar su estancia en el centro penitenciario sino también los logros que han conseguido». Aunque las enseñanzas son las mismas que reciben el resto de estudiantes del instituto, las condiciones en que lo hacen son un tanto distintas. «Ellos no tienen acceso a internet y no pueden entrar en la plataforma semipresencial a la que accede el alumnado del IPEP. Somo nosotros los que les proporcionamos el material que nos dan nuestros compañeros así como las tareas que tienen que realizar», aclara la docente.

Entre estos alumnos la tónica general es el abandono escolar, tal y como expone Miguel Jiménez, «algunos de ellos, durante el período de matriculación, nos manifiestan que llevan más de quince años sin coger un libro ni estudiar». A esto se suma que, por distintos motivos, la asistencia durante el curso suele ser muy irregular pero «el que va a nuestras clases es porque tiene interés por sacarse el título de bachillerato», apunta el profesor que también señala que «a veces sales deprimido y exhausto tras la jornada pero se cogen fuerzas para las siguientes clases y llegas con vigor, ánimo y derrochando mucha motivación, que es lo que necesita este alumnado por sus características y perfil».