Con unos 1.100 alumnos y unas instalaciones divididas en dos terrenos distintos, este instituto del popular barrio que le da su nombre se puede jactar de ser, si no el que más, al menos, uno de los más grandes de la provincia. Alumnado de 1º a 4º de Educación Secundaria Obligatoria, de ciclos formativos de Formación Profesional Básica, de Bachilleratos y de Aula Específica, conforman una amalgama de distintos estudios que, no obstante, conviven en perfecta armonía. Este éxito es atribuible en muy gran medida al equipo directivo del centro. Ana Cristina Cuadro es la vicedirectora y, según explica, «nuestro instituto es bastante dinámico y siempre procuramos participar en múltiples programas e iniciativas». Tal es así que hace unos días, en el marco del 4º Congreso de la Sabiduría y el Conocimiento organizado desde el Consistorio cordobés se podia ver, ubicado en la plaza de Las Tendillas, un invernadero-taller de uso polivalente fabricado por el alumnado de grado medio de Instalación y Amueblamiento. «Este centro, al igual que otros de la zona, tiene como línea de formación el reciclaje y el cuidado del medio ambiente», señala Cuadro. Esta sensibilidad les llevó a participar en la campaña de recogida de botellas de plástico de dos litros en la que se han involucrado vecinos y centros educativos del distrito Sureste. El resultado fue la recolecta de 3.000 envases reciclados que, con un tratamiento específico de calor, han servido de ladrillos para hacer las paredes del invernadero. «Estas botellas han pasado de ser basura a tener una segunda vida en el Huerto Solidario Fuensanta. Ahora este espacio se llenará de actividades, niños y cultura para toda la vecindad», añade la videdirectora. Pero esta especial sensibilidad con el medioambiente no termina aquí. Durante el pasado curso los alumnos de 1º de ESO concurrieron al Certamen de Experiencias Didácticas del programa Aldea, en la modalidad Recapacicla, para Andalucía Occidental, en la que obtuvieron el primer premio con la actividad Reciclaje y Taller de trenzado, en la que aprendieron a dar una segunda oportunidad a las bolsas de plástico de la compra, realizando ovillos de este material y confeccionando enseres nuevos con técnicas tradicionales de tejer. El premio, aún por disfrutar, es un viaje de dos días de duración a un Centro de Educación Ambiental donde el alumnado realizará actividades relacionadas con la temática del programa Aldea.