Jorge Sánchez de Puerta es un maestro movido por la ilusión de transmitir a sus pequeños alumnos el máximo aprendizaje posible. Por eso, para organizar esta peculiar actividad, no ha reparado en emplear horas más allá de su horario lectivo. Pero ha merecido la pena. Según explica, «en esta aventura nos interesa todo: el lugar, las personas que trabajan allí, los productos, los etiquetados, el valor de las cosas, sus propiedades...» Y no ha sido algo improvisado ya que previamente han tenido un acercamiento a este mundo de lo comestible a través de los libros o de talleres, pero quedaba «lanzarse al mundo real», señala Jorge. La colaboración de la familia ha sido esencial ya que para el día de la excursión cada una había realizado un pequeño encargo. Cada pequeño llevaba su bolsa de plástico con la cantidad aproximada al coste del alimento. A la llegada a la tienda, el grupo se dividió en dos para facilitar las tareas que llevaron a cabo allí: identificación de alimentos, procedencia, si eran naturales o procesados, precios, etiquetados, imágenes del envase... Tal y como explica el maestro «queremos que los niños aprendan a ser autónomos, a que actúen cívicamente, en definitiva, a crecer». Este proyecto se ha basado en el principio de la interación. Para Sánchez de Puerta, «esto también comprende a los empleados del supermercado, sus nombres, funciones y su importancia para nuestro día a día».