Mala señal cuando las administraciones solo actúan si la protesta de los ciudadanos persiste y el malestar se acentúa. Así viene ocurriendo con el tramo urbano del Guadalquivir a su paso por Córdoba, que el Ayuntamiento considera responsabilidad de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) y el organismo estatal atribuye a la responsabilidad municipal. Esto, que ocurre también en otras ciudades, tiene como consecuencia que el cauce del río y sus orillas se van ensuciando, que la vegetación se dispara, que las basuras y animales proliferan (y cuando se habla de ratas no son una buena noticia para las calles y casas cercanas) y que hasta que no se genera un conflicto la situación se prolonga. Este periódico se hace hoy eco de la queja de vecinos, comerciantes y hosteleros y, en general, personas que disfrutan del paseo por La Ribera del río, que señalan problemas de suciedad, malos olores, falta de vistas al cauce y otros inconvenientes que no se solucionan porque nadie se hace cargo. Debates similares llevaron a la CHG a hacer limpiezas en sendos tramos del cauce en los años 2013 y 2017, y a la Junta de Andalucía a sanear los Sotos de la Albolafia. Puede que ahora, si las denuncias persisten, se lleve a cabo otra acción extraordinaria. pero, ¿no sería mejor, como se ha planteado varias veces sin llegar a buen fin, que se firmara un acuerdo al respecto entre el Ayuntamiento de Córdoba y la Confederación? Eso permitiría el mantenimiento del río, útil también como acción preventiva --por ejemplo, ante lluvias torrenciales--, y evitaría el aspecto de abandono que tiene La Ribera en algunos tramos. Buscar soluciones estables a los problemas debería ser el objetivo de las administraciones.