Theresa May ha ganado tiempo, en teoría un año --es lo que marcan las normas de esta consulta interna de los conservadores británicos--, al superar el voto de confianza al que la sometieron ayer los diputados conservadores a instancias del ala más radical, la más antieuropea de su propio partido, que considera que el acuerdo alcanzado sobre el brexit entre la UE y el Reino Unido es una traición. Cabe preguntarse qué esperan los promotores de esta moción acerca de la salida del Reino Unido de la Unión Europea. ¿Esperan que salga gratis? ¿Esperan mantener todas las ventajas sin coste alguno? ¿De verdad creen que un brexit sin acuerdo puede beneficiar a su país? Lo cierto es que hay que mirar los movimientos en clave de política interna y de liderazgo de los tories. Una batalla que, de momento, ha quedado a favor de la premier, si bien esto también supone que deberá afrontar hasta el final el que ya puede llamarse su calvario particular, el brexit. Y sin garantía de éxito, pues no está claro que pueda sacar adelante el acuerdo vigente con la UE.

Lo que ha perdido May, con 117 votos en contra y 200 a su favor, es otro grado de la autoridad que ya empezó a malgastar el pasado año en un adelanto electoral innecesario con el que dilapidó la mayoría de que gozaba el Partido Conservador. El tiempo ganado, sin embargo, puede ser breve, porque quien definirá su futuro es la Cámara de los Comunes en la votación del acuerdo del brexit, aplazada ante el panorama de fracaso que se presentaba, pero que debe ser abordada en una sesión que tiene como fecha de caducidad el 21 de enero y cuyo resultado, hoy por hoy, se presenta negativo.

Con su desafío a la primera ministra, los impulsores del voto de confianza han puesto de manifiesto el estado caótico en que se encuentra el partido tory, débil y dividido, que solo se mantiene unido gracias al endeble pegamento del pavor a una posible victoria electoral del Partido Laborista. May jugó la baza, según ha trascendido, de asegurar a sus compañeros de partido que no optará a ser candidata de los conservadores en las elecciones del año 2022, y esa posición con la que muestra una actitud de servicio a su país ha pesado a su favor, consiguiendo para ella apoyos hasta de ministros de su Gabinete que expresan un duro juicio sobre sus acciones. Sin embargo, el sector duro y antieuropeísta de los conservadores no se dará por vencido con el resultado de ayer ni con el anuncio de la primera ministra, hecho en el último momento. Lo que no parecen comprender los ultras conservadores es que el acuerdo del brexit no es el acuerdo de May. Lo es del Gobierno. Y la cuestión de la frontera con Irlanda, la más disputada por los radicales antieuropeos, ahí seguirá.