El debate sobre la aplicación de la tasa turística en Córdoba tuvo ayer un nuevo capítulo al pronunciarse la Federación de Asociaciones Vecinales Al-Zahara. La organización está a favor de esta tasa, entre otras razones, porque aumentaría los ingresos del Ayuntamiento y compensaría el mayor gasto en limpieza y servicios públicos que se prestan en las zonas turísticas. La aportación de los representantes vecinales queda para el futuro, pues por el momento el asunto ha quedado descartado tras la negativa de la Junta de Andalucía a ponerla en marcha y las discrepancias abiertas entre el Ayuntamiento --la propuesta la hizo el teniente de alcalde de Turismo, Pedro García, apoyado en el Imtur y la UCO-- y los empresarios. En realidad, pensando en un turismo de cierta calidad, no parece que Córdoba vaya a perder visitantes porque los hoteles cobren a cuenta del municipio un euro por ejemplo diario a los turistas. Muchas ciudades europeas y alguna española lo hacen, si bien también es comprensible que la medida no guste al sector hotelero, especialmente cuando compite con una fuerte oferta de alojamientos no regulados. Pero lo preocupante del debate es cómo se ha planteado. Se diría que había más interés en airear las discrepancias que en llegar a acuerdos. En caso contrario, se habría producido una negociación previa y discreta. En vísperas electorales, el escaparate de la crítica parece la opción elegida por todos.