Cada vez son más las personas que viven solas. Esos «hogares unipersonales», según la etiqueta estadística, van a más, y no hay nada que objetar a la soledad cuando esta es una opción de vida. El problema surge cuando es una situación impuesta por las circunstancias y la sufren personas de edad avanzada que tienen dificultades para valerse por sí mismas. La alarma ha saltado esta semana, cuando un hombre y una mujer ancianos han sido localizados sin vida en sus respectivas casas por los bomberos. Han sido dos situaciones extremas, pues, por fortuna, todas las semanas los bomberos rescatan con éxito a una media de cinco ancianos, gracias al botón de Teleasistencia, principal canal de alerta ante caídas domiciliarias. A raíz de estos casos, CÓRDOBA ha buscado las cifras de la capital: son 13.052 los cordobeses mayores de 65 años que viven solos, y, de ellos, la mayor parte son mujeres. Nada menos que 10.175 cordobesas mayores viven solas, muchas sin problemas de salud o movilidad, pero otras de edades avanzadas que tienen un día a día oculto de gran dificultad para cuidar de sí mismas o de sus viviendas, para abastecerse o cocinar sin ayuda o atención externa. El problema es más femenino que masculino por la mayor esperanza de vida de las mujeres, pero igual sufren los hombres afectados. O quizá más, pues muchos carecen de las habilidades necesarias para gestionar la vida doméstica.

El envejecimiento de nuestra sociedad tiene en estas personas solas una de las más claras expresiones de que es necesario actuar. No basta dejar el problema en manos de las redes familiares o de vecinos, pues la respuesta no es obligada ni está garantizada. Ni en la labor de las oenegés. Es un asunto que debe figurar en lugar destacado de la agenda política, y, visto que tenemos las elecciones generales y municipales a la vuelta de la esquina, es necesario recordarlo. En Córdoba, el Ayuntamiento auspicia actividades con las que pretende combatir la soledad y mantener activos a los mayores, y proyecta ampliar los servicios con visitas domiciliarias. Son pasos que se están dando, aunque hay ciudades con políticas más avanzadas en este aspecto, y Córdoba no tiene por qué llegar tarde en la aplicación de nuevas soluciones. En cuanto a la administraciones autonómica y central, la Ley de Dependencia ya cojea por falta de fondos, y precisamente esta semana el Gobierno andaluz ha señalado que la lista de espera en nuestra provincia alcanza las 4.600 personas. Además del plan de choque para atenderlas, será necesario implementar nuevas políticas --con o sin ministerio específico-- que, partiendo del análisis riguroso de la situación, y de las proyecciones de población que alertan del progresivo envejecimiento, acometan con energía la atención de una parte importante de la población anciana. No se puede consentir que nuestros mayores lleguen a situaciones de desvalimiento permanente.