El año pasado, durante el verano, cada día fallecieron en las carreteras españolas una media de 4 personas y 15 resultaron heridas gravemente. Este es el resumen escalofriante de los 260 muertos y 940 heridos entre julio y agosto, el periodo anual en el que se concentra la mayor cantidad de accidentes de tráfico de todo el ejercicio (uno de cada cuatro, aproximadamente). Por este motivo, la Dirección General de Tráfico ha puesto en marcha un dispositivo especial que ya empezó a funcionar a finales de junio y que estará en vigor hasta primeros de setiembre, con el objetivo de concienciar a la población y de implantar una serie de medidas tendentes a reducir los siniestros. Se prevén en España un total de 90 millones de desplazamientos, entre los cuales los de largo recorrido característicos de estas épocas y los traslados concentrados con más intensidad en los fines de semana y en carreteras convencionales, allí donde se producen el 76% de los accidentes. El dispositivo contempla un aumento de 300 agentes de la Guardia Civil, un ambicioso plan de control preventivo de la alcoholemia, con 900.000 pruebas a realizar durante el verano, 20 nuevos radares operativos y campañas de vigilancia específica para motocicletas y ciclismos y contra los excesos de velocidad.

Por territorios, en algunos hubo datos ligeramente mejores que en el año anterior. Así, Andalucía, Baleares, Castilla-La Mancha, Extremadura, Madrid, Murcia, La Rioja y País Vasco son las comunidades que redujeron el número de fallecidos. En Córdoba hubo en el año 2018 un total de 34 muertes en accidentes de tráfico, tres menos que en el año 2017. el resto aumentó. En cuanto a los datos anuales nacionales, el año pasado se produjeron en España 102.299 accidentes de tráfico con víctimas, en los que perdieron la vida 1.806 personas (24 menos que en 2017) y otras 138.609 resultaron heridas, de las que 8.935 requirieron ingreso hospitalario. Las cifras son escalofriantes.

Como han hecho notar los responsables de Tráfico, uno de los problemas más acuciantes es el aumento de fallecidos (un 43,4% del total) que conducían bajo los efectos del alcohol y, con una tendencia al alza, de las drogas. Tanto el mantenimiento de los controles antidroga (España es el país de la UE con un índice más alto de prevención), como la exhaustividad de los controles de alcoholemia anunciados en el dispositivo del 2019, o como las medidas de concienciación («El verano está lleno de vida... y de vidas», reza la última campaña que estos días se intensifica), deberían poder evitar la cifra que en el 2018 significó un aumento, en relación al verano anterior, del 15% de los fallecidos en carretera. No es momento de buscar culpables, como señala el director general de Tráfico, sino de implementar soluciones. Cualquier prevención es poca y cualquier aviso es pertinente cuando de lo que se trata es de salvar vidas.