Los descuentos permanentes, las ventas especiales, las ofertas de tres por dos, el Black Friday... El comercio ha cambiado radicalmente, y muy rápido, sus formas tradicionales de captación de los consumidores. Las «temporadas» son cada vez más breves, y se deshacen de inmediato si el frío del invierno o el calor del verano se retrasan. Las cadenas comerciales, y detrás de ellas las tiendas tradicionales, anticipan las ofertas, y el pistoletazo de salida de las rebajas de invierno, en marcha entre ayer (festivo) y hoy, pierde relevancia. Detrás de todo ello está la compra por internet: el intermediario comercial tiene menos costes, los envíos se han abaratado, la seguridad en los pagos es alta y los precios son más bajos --no en todo, aquí también conviene comparar--, lo que hace que uno de cada cuatro consumidores compre ya habitualmente por internet. En esta situación, la competencia del comercio en la calle es feroz y, al llegar las rebajas, aunque las empresas hagan un esfuerzo adicional, se nota menos la caída de precios. No es de extrañar que, según estima la Federación del Comercio de Córdoba, cada cordobés vaya a gastar en rebajas 90 euros, cuatro menos que el año pasado. Los comerciantes están preocupados, aunque las calles bullen de compradores y un enfoque inteligente siempre puede traerles beneficios. Pero lo cierto es que la actividad comercial está experimentando una revolución que requiere nuevas estrategias y normas.