La inminente apertura -el próximo 3 de septiembre, aunque de forma escalonada- del hospital Quirón Salud ampliará la oferta hospitalaria privada de Córdoba y consolidará a la provincia como la cuarta de Andalucía con mayor número de centros sanitarios no públicos, tras Sevilla, Málaga y Cádiz; en total, y una vez que esté en funcionamiento el nuevo, Córdoba dispondrá de seis hospitales públicos y cuatro privados, adelantando así a Granada, que cuenta con un centro privado menos. Si la comparación se hace por el número de camas de hospitalización privada, Córdoba mantiene esa posición intermedia.

Que un gran grupo empresarial privado se instale en Córdoba significa, lo primero, que hay mercado potencial para desarrollar la actividad sanitaria y lograr beneficios. Pero también supone que la oferta pública no gusta o no convence a una parte de la población que dispone de recursos económicos para destinarlos a la medicina privada, normalmente a través de seguros sanitarios, sea por evitar listas de espera o por disponer de habitación individual en un hospital.

Siendo, como es, una buena noticia esta consolidación del sector privado, la sanidad pública cordobesa -y la andaluza, por extensión— no debiera de caer en el conformismo al que invita el hecho de que la asistencia sanitaria a la población está cubierta, si no por un sector, por el otro o por ambos. Palma del Río y Lucena esperan contar con hospitales públicos, esperemos que estos proyectos sean realidad y no se eternicen, y al Reina Sofía se le acumulan planes de modernización detenidos en el tiempo por una falta de inversión motivada, en la mayoría de las ocasiones, más por la incertidumbre económica producto de la crisis que por una cicatera voluntad política del gobernante.