Las altas temperaturas del mes de febrero no son tan extraordinarias como se está especulando, en una lógica preocupación por el cambio climático. Hay en las últimas décadas varios ejemplos de medias superiores, y también de un factor que en estos momentos es preocupante para Córdoba: la falta de lluvias. Entre diciembre y febrero, la provincia acumula un déficit de 179 litros en precipitaciones, y las perspectivas de que pueda continuar --con excepciones, como el agua que se espera en unos días-- con una primavera seca no son buenas para las reservas de la cuenca del Guadalquivir. El comienzo del otoño, con un octubre y noviembre en el que las precipitaciones superaron los cien litros mensuales, permitió que los pantanos de la provincia se recuperaran, y actualmente la reserva de agua está diez puntos por encima de la de hace un año. Aun así, los embalses cordobeses se encuentran a un 51,49% de su capacidad, lo que impone la cautela. Los regantes --y mucho menos los consumidores domésticos-- todavía no tienen motivo de inquietud, pero sin la benéfica lluvia el panorama puede complicarse. Eso, sin contar el aumento de las alergias y de la contaminación.