Ha transcurrido un año desde que Medina Azahara fue declarada Patrimonio de la Humanidad, y, aunque la celebración haya sido muy austera, puede decirse, sin temor a equivocaciones, que a la ciudad palatina le ha sentado muy bien el título de la Unesco. Por una parte, ha aumentado el número de visitantes en un 37% interanual, hasta alcanzar los 159.083 en el primer semestre. Por otra, la Junta de Andalucía, titular del monumento, está manteniendo su compromiso, que, aunque estuvo muy limitado en los años de recortes presupuestarios y sufrió muchos retrasos, ya demostró en las anteriores administraciones con el Centro de Interpretación inaugurado por la Reina Sofía en el 2009 y con los trabajos con los que se preparó la candidatura.

A finales de junio, la consejera de Cultura, Patricia del Pozo, anunció que se invertirán 600.000 euros en la conservación y la puesta en valor de los bienes patrimoniales del conjunto arqueológico, a lo que hay que añadir 120.000 euros para actividades y mantenimiento. Además, se ha dado otro paso importante, siempre que no sufra grandes dilaciones: el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía acordó el martes pasado la creación del Consejo de Coordinación de la Ciudad Califal, un órgano de participación institucional y social que velará por el conjunto y coordinará el plan director del monumento. Ese plan director, hoy en borrador, marcará durante ocho años la evolución de un bien cultural que se diferencia de otros reconocidos por la Unesco en que no solo requiere conservación y actividades, sino excavaciones arqueológicas que sigan sacando a la luz las maravillas que encierra.

Porque Medina Azahara es un yacimiento arqueológico, pero un yacimiento arqueológico vivo, en el que las excavaciones, catalogación e investigación conviven con las visitas y las actividades, como los conciertos celebrados en ese entorno único, o los recorridos nocturnos y los teatralizados, que se celebrarán hasta mediados de septiembre. Esa característica convierte a la ciudad palatina en un monumento único. Ayer se dio a conocer el fruto de la tercera campaña de investigación del Instituto Alemán de Arqueología, la Universidad Autónoma y arqueólogos del propio yacimiento, en la que se ha descubierto una de las puertas de acceso a la que fue Plaza de Armas del recinto, añadiendo información sobre los límites de esa gran explanada en la que se recibía a las embajadas y séquitos. Un paso más, que debe ir seguido de otros muchos, y de la pronta reapertura del Salón Rico, joya del monumento omeya. De las 112 hectáreas de la Ciudad brillante solo se ha excavado un 10%. Es tanto lo que queda por descubrir y brindar a la historia, a la ciencia y a la humanidad que Córdoba debe exigir grandes inversiones para Medina Azahara, públicas y también fruto de patrocinios privados o institucionales. El objetivo lo merece.