El goteo de deserciones en el Ejército venezolano tras el llamamiento hecho por el general Hugo Carvajal, unido al clima de caos en los pasos fronterizos de Colombia y Brasil, quizá sea el indicio de que se agrietó definitivamente la unidad del generalato, el muro defensivo de Nicolás Maduro. El régimen bolivariano anunció ayer la ruptura de relaciones diplomáticas con el «Gobierno fascista» de su vecino, según palabras de Maduro, que aumenta la tensión en la zona. Ocurrió después de la relativa facilidad con la que el viernes logró entrar en Colombia Juan Guaidó, el autoproclamado presidente. Este hecho arrojó luz acerca de qué está sucediendo en los cuarteles, porque fueron uniformados los que le ayudaron. Y después, el apoyo en situ a Guaidó de los presidentes de Colombia, Chile y Paraguay permitió sacar conclusiones más consistentes de en qué punto está la crisis. La obstinación de Maduro de oponerse a la entrada de ayuda humanitaria ha sido el episodio que ha desvelado cuáles son sus puntos de débiles: el apoyo de Rusia y China carece de la consistencia del patrocinio estadounidense de Guaidó, mandos superiores del Ejército temen por su futuro y ni los gases lacrimógenos ni el cierre de fronteras se antojan suficientes para impedir que los convoyes de ayuda lleguen a su destino.