Aún no se han apagado los ecos de las elecciones generales del pasado 28 de abril cuando empieza una nueva campaña electoral, esta vez la de los comicios municipales, autonómicos (excepto en Andalucía, Cataluña, País Vasco, Galicia y Comunidad Valenciana) y europeos. Para los partidos de ámbito estatal, las elecciones son una especie de segunda vuelta electoral en la que habrá que constatar si el impulso de Pedro Sánchez tiene su reflejo en el reparto del poder municipal y autonómico. A pesar de que las citas municipales y autonómicas tienen un perfil distinto para candidatos y votantes, la encuesta del CIS muestra que el PSOE sigue navegando encima de la buena ola: sería la fuerza más votada en todas las comunidades autónomas excepto Cantabria y Navarra, y ganaría en algunas hoy en manos del PP como Madrid y Castilla y León. El sondeo también muestra que la izquierda lograría repetir victoria en ciudades como Madrid, Valencia y Sevilla.

Unos resultados de este tipo, a expensas de cómo se desarrollarían los pactos poselectorales, supondrían otro duro golpe para el líder del PP, Pablo Casado, que plantea estas elecciones como una pugna con Ciudadanos por el liderazgo en la derecha. En este terreno es vital el papel de Vox. Que Vox lograra un resultado peor de lo que esperaba en las generales ha hecho que en el camino hacia el 26-M haya perdido presencia mediática, pero no cabe llamarse a engaño: la extrema derecha entrará en numerosos parlamentos y ayuntamientos, y en algunos casos puede desempeñar un papel relevante en el juego de alianzas, por mucho que la estrategia en estos momentos del PP y de Cs pase por apartarse de su aliado de gobierno en la Junta de Andalucía.

Ante el interés que generan las otras convocatorias, las elecciones europeas quedan relegadas pese a la importancia que tienen las decisiones que se toman en la Unión Europea. No hay apenas debate sobre los grandes retos y políticas europeas en la contienda electoral española, y los resultados de las europeas se leerán sobre todo en clave nacional. En este sentido, España no es una excepción: en la mayoría de los países de la UE los resultados de los comicios se interpretarán según la política interna de cada uno, desde Francia, donde Emmanuel Macron se enfrenta a la ultraderecha y al malestar que simbolizan los chalecos amarillos, hasta el Reino Unido, que participa en unas elecciones en las que en teoría no debería haber votado, y en las que, paradójicamente, los líderes contrarios al europeísmo presentarán una dura batalla. El brexit, la gestión de la inmigración y el auge de la ultraderecha son los grandes temas europeos del momento, pero la construcción europea sigue alejada del debate político mayoritario y hasta del interés de la opinión pública.