El informe redactado por el fiscal especial Robert Mueller sobre la interferencia rusa en la campaña electoral del 2016 contiene una frase que, con toda probabilidad, marcará la presidencia de Donald Trump hasta las elecciones de noviembre del 2020. «Aunque este informe no concluye que el presidente cometiera un crimen, tampoco lo exonera», escribe Mueller, que describe hasta 11 episodios en los que el presidente pudo haber incurrido en obstrucción a la justicia, una figura delictiva que llevó a Richard Nixon a dimitir en 1974 y a Bill Clinton a afrontar una votación de impeachment en 1999. Aunque el secretario de Justicia, William Barr, insiste en que del informe se desprende que no hubo colaboración entre la campaña de Trump y los hackers rusos, toma cuerpo la presunta reiteración en un delito especialmente grave que activa el propósito del Partido Demócrata de esclarecer los hechos y obstaculizar la reelección del presidente. Es posible que la Cámara de Representantes, de mayoría demócrata, cite a Mueller para que precise las inconcreciones del informe, pero los adversarios de Trump no se contentarán con esto. Al contrario, la sospecha de obstrucción a la justicia ofrece a los demócratas la posibilidad de ahondar en la división republicana, apuntar al procesamiento político del presidente y afrontar la elección del 2020 desde una posición de fuerza. Ayer mismo ya debatían si iniciar un proceso de impeachment.