Una de las paradojas de la sociedad avanzada en la que vivimos es que las personas no pueden ver cumplida una aspiración tan esencial como la de tener más hijos. La tasa de fecundidad de las españolas es de 1,3 hijos, pero casi tres de cada cuatro mujeres desearía tener al menos dos, según la Encuesta de Fecundidad del Instituto Nacional de Estadística (INE). El INE ha recabado por primera vez la opinión de los hombres, y la respuesta es similar: también querrían tener más hijos. Las razones de la baja fecundidad de las mujeres españolas residen, según sus explicaciones, en las barreras que encuentran para la maternidad, la necesidad de permisos más amplios para las madres y padres, de unos horarios laborales que permitan conciliar la vida laboral y familiar y, por descontado, razones económicas. Todas esas condiciones pesan al limitar el número de hijos, de manera que no solo se genera una insatisfacción en las vidas de muchas personas, sino que se está creando un grave problema de cara al futuro, pues España avanza hacia un envejecimiento brutal de su población. En Córdoba, el año pasado hubo por primera vez más muertes que nacimientos: nacieron 6.491 niños, un 5,4% menos que un año antes y la cifra más baja al menos desde 1858. No es de extrañar, por tanto, que las proyecciones estimen que será la segunda provincia de Andalucía que perderá más habitantes en los próximos 15 años al pasar de los 786.463 en el 2018 a 745.307 en el 2033. Una población menguante y envejecida, en la que el número de vecinos con más de 90 años será prácticamente igual al de los menores de diez años. Estas perspectivas deberían tomarse muy en serio y convertirse en eje de acción política, tanto en España, con leyes que ayuden a los ciudadanos a cumplir sus expectativas familiares y que incentiven la maternidad, como en la provincia, con un gran esfuerzo para impulsar el empleo y la actividad económica y para proporcionar servicios que conviertan a Córdoba en un lugar atractivo para vivir e impidan que languidezca.