Los hechos lo confirman: el turismo es, en estos momentos, la principal industria de Córdoba. Otros sectores, como el agrícola, quizá aporten más en términos cuantitativos y su necesaria modernización con la agroindustria sea más interesante para nuestro futuro económico. Pero en términos de evolución y crecimiento, el turismo es el sector que ha avanzado con más claridad, apoyado en la mejora de las dotaciones de la ciudad y la provincia (dejando al margen los congresos, la nota más negativa) y en el prestigio de los reconocimientos de la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. Los visitantes han llegado a Córdoba, ha corrido la voz y han regresado.

Como ocurre con frecuencia, los hechos van por delante de la planificación. Y eso a pesar de que el turismo es una de las actividades económicas más estudiadas, y que recibe más promoción y respaldo de las administraciones. En los últimos años se han sucedido las jornadas de trabajo, las propuestas de los expertos, los planes turísticos y las reflexiones sobre el futuro, que han determinado que la masificación, el respeto a los habitantes de las zonas turísticas y el fenómeno de los apartamentos son desafíos urgentes para mantener un desarrollo sostenible y de calidad. Sin embargo, la realidad le pisa los talones a las administraciones y al sector.

La Feria Internacional del Turismo, Fitur, es el momento de la evaluación y de la exposición tanto de los avances y herramientas existentes como de los planes de futuro. En el famoso «escaparate» de Madrid la Junta de Andalucía, tras diversas jornadas de trabajo con empresarios y expertos, ha presentado un catálogo de 170 experiencias con el que pretende «atrapar» a ese visitante que busca algo más, sus lazos históricos, familiares o de evocación cultural de Andalucía, ofreciendo ese detalle de calidad que puede atraer a turistas cultos y al margen del turismo de playa o monumental.

Córdoba, por su parte, ha defendido en Fitur sus «cuatro estaciones», profundizando en ese fenómeno que ya se está produciendo de la desestacionalización de los turistas, que empiezan a disfrutar de nuestra ciudad en meses de calor, como agosto, y en meses de frío, como enero. Los municipios, de la mano del Patronato Provincial la mayoría, han ofrecido también posibilidades variadas de cultura, ocio, gastronomía, naturaleza y experiencias. Aunque siempre se critica la dificultad para atraer a las presentaciones de Fitur a profesionales y operadores nacionales o internacionales, lo cierto es que los contactos que se mantienen en la Feria son una buena base para desarrollarla durante el año. Y, continuando con el trabajo iniciado, el esfuerzo en el marco del grupo de ciudades Patrimonio de la Humanidad --en el que la alcaldesa, Isabel Ambrosio, reclamó al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, un apoyo económico decidido--, y el programa Andalusian Soul, de las cuatro capitales (Córdoba, Sevilla, Málaga y Granada), muestra que son muchas las cosas en marcha, pero también que queda mucho por hacer. Es reseñable la unidad mostrada por el Ayuntamiento de Córdoba y la Diputación, que ha permitido aprovechar recursos económicos y dar cohesión a la oferta de capital y provincia. Una línea de trabajo a mantener y un motivo de satisfacción, siempre que no se baje la guardia.