Los manifestantes prodemocracia de Hong Kong lograron un hito: convocar una huelga general, la primera en los últimos 50 años. Tuvieron éxito después de nueve semanas de protestas y manifestaciones contra el régimen chino, al que acusan de querer limitar la autonomía y las libertades de la ciudad. Las protestas que empezaron por la ley de extradición de la Región Administrativa, ya retirada por la presión popular, expresan el temor de las capas más jóvenes de la población de Hong Kong a perder derechos y libertades. En definitiva ponen de manifiesto las contradicciones del modelo Un país, dos sistemas, que se aplicó el 1 de julio de 1997 tras la devolución de la ciudad a soberanía china tras haber sido colonia británica durante 155 años. Desde 1997, Hong Kong es un territorio chino con estatuto especial en vigor hasta el 2047. Pero la tendencia de las autoridades es limitar derechos y libertades que en el resto de China están recortadas o directamente no existen, de ahí las protestas. En plena guerra comercial con EEUU, y con la administración Trump coqueteando con Taiwan, Pekín no puede permitirse un foco de inestabilidad que cuestione su soberanía sobre Hong Kong. Pero las autoridades chinas saben que su imagen internacional resultaría muy dañada con una represión violenta. En este equilibrio se mueve el presidente chino, Xi Jinping, para el que Hong Kong empieza a ser un desafío de primer orden.