Dos años después de los atentados yihadistas de Barcelona y Cambrils, hoy se recordará a las víctimas de esa barbarie. Es un día para manifestar el duelo y recordar a las víctimas. Aunque sea también un momento en que tiene sentido hacer balance de lo sucedido en el verano del 2017. Con el juicio en el que se determinarán hechos probados y responsabilidades aún pendiente, la investigación de los cuerpos policiales ha podido esclarecer gran parte de los hechos que rodean la preparación de los atentados frustrados por la explosión de la casa de Alcanar, la radicalización de sus autores y la masacre que la célula de Ripoll ejecutó como alternativa. Sin embargo, aún hay aspectos en a los que no se ha podido encontrar respuesta. ¿Dependía el imán Es Satty de un mando superior vinculado al Estado Islámico y su célula estaba vinculada a otro comando en Francia? ¿Cuáles eran sus blancos iniciales? Cada atentado ejecutado puede ser entendido como un fracaso de las actuaciones de prevención y alerta que debían evitarlo, sin que plantearlo implique desviar el foco de las responsabilidades de sus autores y el respeto al dolor de las víctimas. Cada conversión de un joven en un terrorista fanático es también un fracaso. La mejor respuesta a los terroristas, y el mejor homenaje que se puede hacer a las personas que perdieron su vida es hacer que la semilla del odio que quisieron sembrar no arraigue.