La resaca de las elecciones andaluzas convirtió la jornada de ayer en un debate que trasciende la esfera autonómica, y que ha puesto en danza a la política nacional, pues, más allá del complicado puzzle que deberá resolverse ahora para la elección del futuro Gobierno de la Junta de Andalucía, la entrada de Vox en el Parlamento andaluz tiene repercusiones para las instituciones, para la vida interna de los propios partidos políticos, para sus estrategias de futuro y para la toma de decisiones sobre la convocatoria de elecciones generales, entre otros factores.

El PSOE de Andalucía debe digerir los peores resultados de su historia y la previsible pérdida de un gobierno autonómico que ha conservado durante cerca de 37 años. La candidata y presidenta en funciones, Susana Díaz, recibió ayer claras presiones desde Madrid para que dimitiera, pero ha decidido continuar adelante tras recibir el apoyo de su ejecutiva. Y tiene sus razones, pues el desgaste del Gobierno socialista al frente de la Junta de Andalucía se hubiera traducido en más votos para las opciones de centro-derecha, pero el desembarco de Vox está claramente reclacionado con un proceso electoral que se ha dirimido en nuestra Comunidad Autónoma en términos de política nacional y muy especialmente de política catalana. Que el PSOE de Andalucía, aunque su mayoría sea exigua, tire la toalla, no parece razonable en un momento en el que el Gobierno socialista de Pedro Sánchez se encuentra en una situación de incertidumbre, sin saber cuánto tiempo podrá mantenerse, y es evidente que las alianzas que llevaron al triunfo la moción de censura contra Rajoy y lo que está ocurriendo en la política catalana han tenido consecuencias en la andaluza. ¿Quién paga este precio? Podrá pagarlo quien gobierne en el lugar de Susana Díaz --que está en su derecho de intentar formar gobierno al ser su lista la más votada--, pero no en función de los intereses de Madrid. Es casi imposible que Díaz vuelva a presidir la Junta, pero de ella puede depender quién gobierne en Andalucía, si decide aceptar la propuesta de Ciudadanos, que correspondería con su planteamiento de hacer una barrera constitucionalista que aísle a Vox. O dar el paso atrás y dejar paso al PP, donde Juanma Moreno ha dejado claro que quiere presidir la Junta con el apoyo de Ciudadanos y Vox. Por parte de Vox, solo se ha dicho que favorecerá el «cambio», y en Sevilla,Granada y Málaga hubo ayer manifestaciones en su contra.

Mientras, los partidos políticos continúan interpretando los datos electorales. En Podemos la cita es mañana, pero ya hay críticas cruzadas desde Madrid hacia Teresa Rodríguez, desde Andalucía, hacia Pablo Iglesias y, desde IU, hacia Alberto Garzón. Las izquierdas deberán analizar a fondo lo que está pasando. Mientras, Andalucía afrontará una difícil y probablemente larga digestión de los resultados electorales.