Tres años después de votar en referéndum la salida de la Unión Europea, los británicos acuden hoy a las urnas para elegir a los 73 eurodiputados que les corresponden. Esta ironía, de tintes tragicómicos, es la situación a la que la torpeza del gobierno conservador, la división de su grupo parlamentario y la falta de responsabilidad de los laboristas ha llevado Reino Unido. Un país completamente dividido en torno al brexit y en el que hoy, un embustero y manipulador declarado como Nigel Farage puede obtener el mayor respaldo popular en las elecciones europeas para su candidatura antieuropeísta Partido del Brexit, que consiste en una salida a las bravas del club de los 28. Conservadores y laboristas no sumarán ni el 35,5% que le auguran las encuestas, y solo los liberaldemócratas, con un 16,8% previsto de apoyos, darán un contrapunto proeuropeo al resultado.

Mientras, tras la ruptura de su negociación con los Laboristas de Jeremy Corbyn, la premier británica intenta nuevas maniobras a la desesperada que probablemente sean las últimas y acarreen su dimisión y convocatoria de elecciones. Ayer, en un Parlamento con notables ausencias, y en una jornada en la que recibió continuas presiones de los suyos para que dimitiera, Theresa May anunció que mañana publicará el proyecto de ley sobre el acuerdo del brexit, para que los diputados lo estudien antes de que sea votado a primeros de junio. Sus palabras fueron recibidas en silencio. Ni siquiera un pequeño resto de conservadores la apoya, e incluso se especulaba con que anoche presentara su dimisión. Su empecinamiento es llamativo: tras los tres rechazos parlamentarios al acuerdo alcanzado entre Reino Unido y la Unión Europea para un brexit ordenado, pretende someter a votación una ley que debería debatirse después de ratificar el acuerdo. El enésimo plan de Theresa May para desatascar el brexit no contenta a nadie: enfurece a los partidarios de la salida de la UE cueste lo que cueste, en su mayoría conservadores, y decepciona a los que persiguen un divorcio amistoso y ordenado.

En el ocaso de su mandato, la pretensión de la premier de sacar adelante su acuerdo con Bruselas mediante la promesa de un hipotético referéndum de ratificación si el Parlamento lo aprueba, alimenta la confusión y tiene visos de ser el canto del cisne, vista la falta de apoyos de May entre los suyos y el desapego laborista. El plan de 10 puntos no reunirá apoyos en la Cámara de los Comunes, alimentará las expectativas de los defensores de una salida sin acuerdo y robustecerá a los numerosos adversarios del proyecto europeo.