La autenticidad y la fuerza del flamenco no solo lo han preservado a lo largo del tiempo en sus distintas expresiones artísticas, sino que han permitido, no sin dificultad, que alcance la valoración que le corresponde como manifestación cultural de gran relevancia. Ese salto cualitativo desde la tradición popular y la a veces dañina vinculación al ‘typical spanish’ turístico hasta el reconocimiento del arte con mayúsculas que es el flamenco, se vio refrendado hace diez años, cuando la Unesco le otorgó, el 16 de noviembre del 2010, el título de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, fecha que estos días conmemoramos con especial atención en Andalucía y Córdoba, así como en otros puntos de España y el mundo donde el flamenco se vive y se valora.

Cante, guitarra y baile, con su arraigo popular y desarrollados en cada territorio con personalidades variadas que hunden sus raíces en un tronco común, dejaron hace décadas de estar relegados a los tablaos y festivales para ocupar también las tablas de los mejores escenarios y auditorios del mundo. El flamenco ha entrado en maridaje con nuevos instrumentos, como el violín, el piano o la flauta, se ha incardinado en feliz alianza con otras músicas del mundo y con la música clásica, ha sacado a la guitarra y el baile de la mera función de acompañamiento al protagonismo absoluto en conciertos, y demuestra su salud con una continua evolución y apertura, sin olvidar la importancia de sus palos y técnicas tradicionales. El flamenco es ahora objeto de estudio, investigación y enseñanza académica reglada, aspectos en los que Córdoba ha sido pionera y continúa estando a la cabeza.

Así, además de las figuras de primer orden surgidas de nuestra provincia, del Concurso Nacional de Arte Flamenco -nacido en 1956 y obligada cita de toda figura que quiera certificar su valía-, de festivales de gran arraigo como el Festival de Cante Grande Fosforito de Puente Genil y otros también relevantes en gran parte de los municipios, además del Festival de la Guitarra de Córdoba y de la incesante e incansable actividad de las peñas flamencas, Córdoba sella su nombre con el flamenco a través del estudio de este arte en todas sus orientaciones, desde la historia y tradición hasta las técnicas musicales. Nuestra ciudad ha sido la primera en introducir el flamenco en la enseñanza reglada. El Conservatorio de Córdoba es el único en España, junto con el de Murcia, que oferta la especialidad de guitarra flamenca y el único en el mundo que imparte la especialidad de cante flamenco en enseñanzas superiores, como recuerda el director de la cátedra de Flamencología de la Universidad de Córdoba, David Pino, cátedra que es, a su vez, la primera surgida en España vinculada a una universidad.

Preservar este inmenso legado es obligación de la sociedad y sus instituciones, muy especialmente en estos momentos en los que la crisis sanitaria del covid-19 ha arrasado la escena artística y un informe de la Unión Flamenca asegura que el 42% de los profesionales del flamenco está a punto de tirar la toalla. Córdoba está algo mejor, como reconocen los artistas y prueban estos días las actividades y actuaciones que el Ayuntamiento y la Diputación han mantenido a pesar de las restricciones, así como el compromiso de apoyo al sector anunciado por la Junta de Andalucía. Pero no hay que bajar la guardia si queremos que el flamenco siga siendo la gran seña de identidad cultural y Córdoba avance en ese protagonismo que se merece. Diario CÓRDOBA, que a lo largo de los años ha ido respaldando al flamenco, y concediendo más de diez títulos de Cordobeses del Año a sus artistas, se suma a la conmemoración con un acto que tendrá lugar el próximo miércoles, 25 de noviembre, en el que presentará su publicación ‘Flamenco. 10 años Patrimonio de la Humanidad’, que dejará constancia inequívoca del papel desempeñado por nuestra provincia en el engrandecimiento de ese tesoro cultural que es el Arte Flamenco.