La fábrica de ABB no es una recién llegada a Córdoba. Nacida a comienzos del siglo XX como Constructora Nacional de Maquinaria Eléctrica (Cenemesa), ha mantenido su singladura a lo largo de las décadas con distintos nombres, según las compañías que se hicieran con su control. En 1970 pasó a ser Westinghouse, en 1987 volvió a llamarse Cenemesa y en 1991 la adquirió la multinacional sueca ABB. A lo largo de este tiempo ha ido creciendo y luego decreciendo en su actividad y empleo, pues llegó a tener unos 1.700 trabajadores y ahora ronda los 350, pero ha sobrevivido por la calidad de las instalaciones y de sus obreros. En los últimos 50 años ha habido protestas laborales, algunas muy intensas, contra los planes de los sucesivos propietarios para reajustar su negocio en España (hay fábricas en Bilbao, Zaragoza y centros en varias ciudades), y, aunque ha perdido mucho empleo, sigue siendo una de las industrias de excelencia en Córdoba. Ahora la compañía tiene un acuerdo de venta del negocio de redes eléctricas con la multinacional japonesa Hitachi, y prevé cerrar la línea de fabricación de interruptores HV, que conllevaría el despido de 49 trabajadores en Córdoba (13 de la citada línea de interruptores y el resto de la de transformadores) y 10 en Galindo (Vizcaya).

Es cierto que la línea de trabajo que distingue a ABB Córdoba es la de los grandes transformadores de potencia aislados en aceite, que exporta a EEUU, Latinoamérica y Europa, con una facturación en torno a los 150 millones de euros. Pero los sindicatos y trabajadores de Córdoba llevan razón al tomarse con gran preocupación los planes de la compañía. Cada línea de producción que desaparece adelgaza el futuro de la actividad, a lo que se suma que parte de los despidos que plantea el ERE se producirán en la principal división. Y la plantilla de ABB Córdoba no está envejecida, por lo que difícilmente habrá despidos no traumáticos. Finalmente, la línea de interruptores estaba considerada, según el comité de empresa, una de las de más futuro de la compañía... La venta al gigante nipón pone sobre la mesa el fantasma de la deslocalización.

Este centro fabril ha sido la escuela del sindicalismo cordobés. Los empleados hicieron huelga el pasado miércoles y se desplazaron a Madrid, donde protestaron en la sede de la compañía. También se han reunido con instituciones y fuerzas políticas, que les muestran apoyo y se ofrecen para hacer gestiones conducentes a amortiguar estos daños. Quizá haya posibilidad de que la Junta de Andalucía ofrezca a la firma alguna contrapartida para parar esta marea, pero es complicado. Sin embargo, ceder y no apoyar la causa de estos trabajadores es dar un paso más para que Córdoba siga perdiendo esa tradición industrial nacida de la Sociedad Electromecánicas que la hizo singular -y de la que apenas quedan ya unos cuantos ejemplos señeros-, ese empleo cualificado y el empleo indirecto en transporte y servicios. Los trabajadores se manifiestan mañana, y han pedido el apoyo de su ciudad. Mantener ABB, con su nombre actual, o llámese Hitachi, es vital para una Córdoba que no debe resignarse a vivir solo del turismo.