Los fabricantes de las zapatillas de producción sostenible Tropicfeel ya han decidido el objetivo del 1% de sus ingresos: los parques nacionales. Tras cerrar su segunda ronda de micro mecenazgo el pasado junio, de 2,1 millones de euros, la 'start-up' barcelonesa comienza a cumplir con el compromiso al que llegó con sus financiadores y destinará 21.000 euros al parque español de Doñana (Huelva).

"No somos Greenpeace, pero también queremos que la gente se plantee las cosas", cuenta uno de los fundadores de la compañía Alberto Espinós. Tropicfeel hace de la consciencia ecológica de sus integrantes una ventaja diferencial en un mercado lleno de competidores, la gran mayoría de ellos con más presupuesto.

Nacieron bajo de la idea que fueron concibiendo sus fundadores de cómo hacer compatible el turismo con una huella ecológica sostenible y su estrategia comercial sigue ese espíritu. El modus operandi de Tropifeel se basa en crear una comunidad con unos valores concretos (lo que justifica que opte por los "social crowdfundings" para financiarse), cultivarla y apoyarse en ella para seguir creciendo. "Es un producto que necesita explicación", añade Espinós. Según datos de la compañía, el 17% de los compradores vuelven a escoger Tropicfeel en sus compras.

Pese a que la huella ecológica de sus actuales modelos de zapatillas es muy reducida y la ausencia de plástico llega hasta los envoltorios, las 'sneakers' de Tropicfeel no nacieron en el 2017 de la misma manera. "Hemos ido siendo más sostenibles a medida que nos consolidábamos", cuenta uno de los cofundadores. Un paso atrás para poder dar dos adelante.

Hoy comercializan dos modelos de zapatillas, con 30.000 unidades ya encargadas solo de uno de ellos, y han diversificado su oferta hacia otros equipamientos para un viaje, como bolsas, riñoneras o chancletas. Actualmente Tropicfeel vende solo on line y por todo el mundo, con almacenes en Estados Unidos, Hong Kong y Francia.