Ir a comprar cualquier producto y, en el momento de pagar, hacerlo en un terminal donde el propio usuario se escanea los artículos, los desalarma y los paga él mismo. Lo que antes era solo una opción en algunas cadenas de hipermercados ahora es una tendencia al alza en el sector: cada vez más cadenas de comercios de todos los tipos están sustituyendo parte de las cajas clásicas por nuevas de autopago. Un hecho que 'marea' al consumidor y preocupa a los sindicatos: está provocando tensiones en el empleo.

El sector más habituado a este tipo de cajas son los hipermercados. Esta tecnología llegó hace ya una década a las grandes superficies, y a priori la idea era buena: que sea el propio usuario el que pueda cobrarse los artículos. El mensaje de las empresas era siempre el mismo: así, los empleados podrán dedicarse a otros menesteres y atender mejor a los clientes en lo que necesiten.

DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA

Pero a la práctica, según confirman varias fuentes, este tipo de dispositivos, sea por cultura sea por desconocimiento de su uso, son solo útiles en algunos casos: en el caso de compras pequeñas y si el usuario está habituado a usarlos. Errores en el pago, en las balanzas o en las plataformas para poner los artículos ya escaneados son los que desesperan a los usuarios y ralentizan su uso. "En realidad no tienen mucho éxito porque al final tienes que tener a personal ayudando a los clientes en esas zonas. La gente no tiene porqué saber cómo usarlos y se acaban generando colas igual", señala Gloria Sánchez, secretaria del sector del Comercio de UGT de Cataluña.

Hay varias cadenas que están apostando fuerte por estos dispositivos. Es el caso del grupo Inditex, que ya ha incorporado estas cajas en decenas de tiendas de muchas de sus marcas, con la idea de que "complementen" las cajas tradicionales en momentos de largas colas. También es el caso de Decathlon, que está sustituyendo gran parte de sus cajas por cajas de autopago. En ambos casos, los sindicatos han comenzado a levantar la voz.

PREOCUPA EL EMPLEO

"Están usando a los clientes para hacer nuestro trabajo. Con ello, se ahorran la contratación de más empleados, y los cajeros tienen que asumir otras funciones", señala a este diario Carminia Naveira, delegada sindical de Confederación Intersindical Galega (CIG) en Zara. En su caso, denuncian especialmente la implantación de este tipo de terminales en la cadena Lefties en la provincia de A Coruña, donde además "se ha incrementado el número de mercancía" y, por tanto, hay más trabajo. "Donde había 10 cajas tradicionales ahora quedan dos", pone como ejemplo. Inditex ha argumentado que las cajas de autopago son "cajas complementarias", y que es un modelo "no extrapolable" a todas las tiendas.

En el caso de Decathlon, en muchas grandes superficies se han eliminado "la mitad o más" de las cajas tradicionales. Y, en este caso, ya está repercutiendo en el empleo: "Hemos notado que se están haciendo menos contrataciones", denuncia Neus Lombardía, de CCOO en Decathlon. "La empresa justifica estas nuevas cajas diciendo que es progreso, que hay que mirar al futuro", agrega. La firma no ha respondido a las preguntas de este diario.

Pero, ¿este tipo de cajas son más rápidas para el cliente? "Medimos el número de clientes por caja. Donde hay un cajero de toda la vida, es más productiva", señana Raúl Cabrebra, responsable de CCOO en Carrefour Cataluña. Según Consumer Reports, el 30% de los consumidores afirma que se encuentra con problemas técnicos en este tipo de máquinas y que el 27% se enfada porque el consumidor que está delante va muy lento. Además, un estudio de la Universidad de Leicester que analizó más de 12 millones de actos de compra en Reino Unido, EEUU y Bélgica concluyó que con este tipo de cajas los hurtos se disparan al 4% de la facturación.