La guerra comercial entre EEUU y China, el ámbito escogido por Washington para impedir que Pekín le arrebate pronto el estatus de primera potencia mundial, ha entrado en una nueva fase. Plegándose a la directiva firmada por el presidente Donald Trump, las compañías tecnológicas estadounidenses han restringido sus lazos comerciales con el gigante chino Huawei, el segundo fabricante mundial de teléfonos móviles. Google fue la primera en suspender los intercambios tecnológicos con Huawei, lo que tendrá repercusiones mayúsculas, dado que el buque insignia de Alphabet fabrica el sistema operativo Android usado por Huawei. Su decisión ha ido acompañada por otras similares de Intel, Qualcomm, Xilinx o Broadcom, fabricantes de microchips y procesadores.

El boicot estadounidense tendrá consecuencias inmediatas para la productora de móviles china, pero también para sus millones de clientes y un sector que se prepara que ultima los preparativos para dar el salto a la tecnología 5G, la próxima generación de redes en materia de conectividad móvil. «Estamos cumpliendo con la orden y analizando sus implicaciones», dijo Google tras desvelarse la suspensión parcial de sus relaciones comerciales con Huawei. A partir de ahora la compañía china solo podrá utilizar el software libre de Android y no tendrá derecho a las aplicaciones y servicios propiedad de Google, según The Wall Street Journal. Los teléfonos de Huawei que ya tenían instalado el Android no se verán en principio afectados, aunque según las fuentes del diario económico podrían perder las funciones de algunas aplicaciones.

El golpe a la cadena de suministro del sector tecnológico no ha tardado en reflejarse en los mercados. Antes del cierre de las bolsas, Google perdía un 2% de su valor. En el caso de Qualcomm y Broadcom, las pérdidas superaban el 4%. Si se cuenta desde principios de mes, poco antes de que se recrudeciera la guerra comercial, el valor de Xilinx ha caído en torno al 17% y de Intel, un 13%. «Huawei es muy dependiente de los productores de semiconductores estadounidenses y quedará seriamente tullida sin ellos», le explicó a Bloomberg el analista Ryan Koontz. «Es posible incluso que China tenga que retrasar la construcción de la red 5G hasta que la prohibición se levante, lo que tendrá impacto en muchos suministradores globales de componentes».

El veto estadounidense responde a la directiva firmada la semana pasada por Trump, que prohibió a las tecnológicas de su país instalar componentes fabricados en el extranjero que puedan suponer una amenaza para la seguridad nacional. La orden no hacía ninguna mención a Huawei, a la que Washington lleva años acusando de ser una suerte de compañía pantalla del Gobierno chino para espiar a empresas e instituciones de EEUU, lo que se ha traducido en diversas directivas que le impiden operar con normalidad en el mercado norteamericano. Pekín y Huawei niegan las acusaciones.

LISTA NEGRA / Horas después de la orden de Trump, el Departamento de Comercio incluyó a Huawei y sus filiales en una lista negra de firmas que supuestamente representan un riesgo para la seguridad nacional. Esa designación prohíbe explícitamente las compañías estadounidenses venderle tecnología a Huawei a menos que el Gobierno lo autorice.

En paralelo a las decisiones adoptadas en Washington, la Administración Trump lleva varios meses presionando a sus aliados occidentales para que impidan a las tecnológicas chinas participar en la instalación del sistema 5G, que promete revolucionar la conectividad mundial.

La decisión de las tecnológicas tendrá un gran impacto sobre el mercado europeo y latinoamericano y uno mucho menor en EEUU y China.

En China, el que no tiene casi presencia es Google. Los teléfonos de Huawei en ese país, que supone aproximadamente la mitad de sus ventas, operan con una versión modificada de Android que no lleva instaladas las aplicaciones insignia como Google Maps o Gmail.