Mañana se cumplen 130 años de la fundación de la Unión General de Trabajadores (UGT), una organización que ha estado dirigida por 13 secretarios generales, con un historial de liderazgos dilatados que se extienden hasta José María Álvarez (Alvariza, Asturias.1956), elegido líder del sindicato en el 2016. En el próximo congreso «puede», según reconoce, que repita candidatura; al tercero «seguro», taxativo, que no.

-¿Cómo describiría la UGT de 1888 y cómo lo haría con la del 2018? ¿En qué han cambiado?

-Incipiente, somos el segundo sindicato más antiguo del mundo y estaba todo por hacer. Desde 1888 se han ido consiguiendo muchas conquistas sociales, detrás de las cuales siempre ha habido alguien de la UGT. Hoy el sindicato tiene muchos más recursos, cuenta con cerca de 90.000 delegados en cientos de miles de empresas de España y trabaja con otros instrumentos. No obstante, gran parte de nuestras demandas no son tan diferentes.

-¿Cuáles son esas conquistas sociales que se han logrado y cuáles aún quedan pendientes?

-Las más importantes han sido la jornada laboral de 40 horas, las vacaciones pagadas y el derecho a la negociación colectiva, hoy en claro retroceso. Y pendientes quedan muchas. Como sindicato, sobre todo tenemos que dar respuesta a los retos de la digitalización, la robotización y la globalización.

-Conquistas que no disfrutan hoy muchos trabajadores de la llamada nueva economía, como los colaboradores de Deliveroo y Glovo. UGT acaba de presentar una demanda de conflicto colectivo contra estas plataformas, pero ¿por qué ahora y no hace un año, cuando por estas mismas fechas los riders protagonizaban las primeras huelgas?

-Para actuar necesitamos hacerlo en nombre de personas que se organizan dentro del sindicato y hace un año no las teníamos. Las plataformas digitales no tienen que ser plataformas de esclavismo. Su fondo es tan antiguo como los patronos que iban a buscar peones hace dos siglos a la plaza de Urquinaona. La diferencia es que antes lo hacía una persona y ahora es un logaritmo. No tenemos que renunciar a la tecnología, pero tampoco a los derechos laborales.

-¿Y por qué esa gente que hace un año se autoorganizó no decidió hacerlo a través de UGT?

-Seguramente tiene que ver con los últimos años de dificultades que hemos vivido. No lo escondo. A los grandes sindicatos esta crisis no solo nos ha afectado en cuanto a descenso de afiliados, también en términos de credibilidad. En algunos momentos, el sindicato ha sido noqueado, aunque, en general, UGT ha sido honesto. Lo que no ha impedido que perdiéramos prestigio, sobre todo entre la gente más joven.

-¿Es el cuarto Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC) un buen acuerdo, con unos alzas salariales pactados del 2%, teniendo en cuenta que la inflación de julio fue del 2,2%?

-El AENC es un buen acuerdo. La media de incrementos salariales hasta la firma del acuerdo era del 1,69% y se pactó el 2%, más hasta el 1% en productividad. Conseguir una base de mil euros mínimos por convenio es algo extraordinariamente positivo, ya que con ello estamos incrementando los salarios de entre 4,5 y 6 millones de trabajadores en España.

-¿Y es un acuerdo sólido? La patronal nada más firmarlo dijo que sería de difícil aplicación si se subían los impuestos y en el primer conflicto laboral a nivel de todo el estado, que fue el del textil, CCOO fue a la huelga en solitario por considerar que no todos los sueldos llegaban a los mil euros mensuales.

-Centrarse en las miserias sindicales me parece que obedece más a una campaña de lesiones de un sindicato, ya que al vencimiento del convenio todas las categorías llegaban a los mil euros. Y en cuanto a la patronal, estaremos muy encima para que cumplan lo pactado y, si no, exigiremos al Gobierno que adelante la subida del salario mínimo profesional y lo haga hasta los mil euros.

-Algunos compromisos del AENC tienen aún que materializarse en una mesa tripartita en la que también esté el Gobierno, ¿cuáles son las prioridades de UGT?

-Haya acuerdo o no con la patronal, el Gobierno debe poner en marcha algunos puntos. El primero es recuperar la ultractividad, es decir, que el convenio del sector prevalezca sobre el de empresa. Otro es combatir la temporalidad, obligando a justificar todo contrato no indefinido y dotando de más recursos a la Inspección de Trabajo. Los aumentos anunciados hasta ahora por el Ejecutivo son insuficientes.

-¿Qué margen le da UGT al PSOE, dada la aritmética parlamentaria, para aplicar esas medidas?

-Que el PSOE no tenga mayoría parlamentaria para cuestiones como derogar la reforma laboral no hará que UGT cambie su postura. El Gobierno sabe que la gente no tiene tiempo y, por lo tanto, hemos de desbloquear medidas como la renta mínima de inserción.

-¿Cómo se consigue eso con un Gobierno en minoría y un PP con mayoría en el Senado?

-El Gobierno tiene muchos instrumentos, como el decreto ley, para introducir cambios. Si en septiembre vemos que no podemos sacarle réditos al cambio de Ejecutivo para restablecer derechos, comenzaremos un proceso de movilizaciones.

-¿Qué le pide al Gobierno catalán y al español para resolver el bloqueo político?

-Al catalán, le digo que necesitamos más transversalidad. Y al español, y al resto de poderes del Estado, que sean conscientes de que este proceso debe continuar abriéndose. Mantener en prisión preventiva a los exconsellers y al exvicepresident no tiene sentido. Deberían estar en libertad provisional a la espera del juicio.

-¿Le ha costado explicar y defender esta postura en España?

-Hemos recibido críticas, pero es fundamental que nuestra organización sea transversal, que no esté en ninguno de los bloques y pueda tender puentes para mejorar la vida de las personas. Pero también lo es para la UGT federal. El sindicato ha vivido una situación de tensión, con más ruido que nueces. No ha habido bajas significativas.

-¿Cómo debe ser la futura UGT?

-Hemos de aprovechar la fuerza del pasado y proyectar el futuro, que en verdad no ha cambiado tanto. Es global, como nacimos nosotros. Necesitamos una organización sindical internacional para poder hacer frente a este proceso de globalización y de esta forma poder garantizar derechos de los trabajadores de todo el mundo.